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Mensajes Para los Jóvenes
La preparación para la venida de Cristo
Vi que Dios odia el orgullo y que todos los orgullosos y los que
proceden impíamente serán como rastrojo, y que el día que se acerca
los quemará. Vi que el mensaje del tercer ángel tiene que obrar
todavía como levadura en muchos corazones que profesan creerlo, y
quitar su orgullo, egoísmo, codicia y amor al mundo.
Jesús viene y ¿hallará un pueblo conformado con el mundo?
¿Lo reconocerá él como pueblo suyo que ha purificado para sí? Oh,
no. Solamente reconocerá como suyo lo puro y santo. Reconocerá
como suyos a los que han sido purificados y emblanquecidos por el
sufrimiento, y se han mantenido separados, sin mancha del mundo.
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Mi alma sintió profunda angustia al ver el hecho terrible del
pueblo de Dios conformado con el mundo, sin que hubiese distin-
ción, a excepción del nombre, entre los incrédulos y muchos de los
profesos discípulos del manso y humilde Jesús. Vi que Jesús era
herido y expuesto a la vergüenza pública. Al ver con pena que el
profeso pueblo de Dios amaba al mundo, participaba de su espíritu
y seguía sus modas, el ángel dijo: “¡Separaos! ¡separaos! no sea que
se os asigne vuestra porción con los hipócritas e incrédulos fuera
de la ciudad. Vuestra profesión sólo os causará mayor angustia, y
vuestro castigo será mayor por cuanto conocíais su voluntad y no la
hicisteis”.
Aquellos que profesan creer en el mensaje del tercer ángel, per-
judican con frecuencia la causa de Dios con su ligereza, sus bromas
y su superficialidad. Me fue mostrado que este mal había invadido
todas nuestras filas. Vi que debería haber una humillación delante del
Señor. El Israel de Dios debería rasgar el corazón y no los vestidos.
Rara vez se ve una sencillez infantil; se piensa más en la aprobación
del hombre que en el desagrado de Dios.
Dijo el ángel: “Poned en orden vuestro corazón, no sea que Dios
os visite en juicio, y el frágil hilo de la vida se corte y caigáis en
el sepulcro sin protección, sin preparación para el juicio. O si no
descendéis al sepulcro, a menos que hagáis pronto paz con Dios
y os apartéis del mundo, vuestros corazones se endurecerán, y os
apoyaréis en un sostén falso, en una preparación supuesta, y des-
cubriréis vuestro error demasiado tarde para obtener una esperanza
bien fundada”.—
Testimonios para la Iglesia 1:127-134
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