Página 137 - Mensajes Para los J

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Una experiencia viviente
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de presentar un mensaje del cielo. Es más seguro para vosotros estar
donde Cristo dijo que él estaría.
Los que aprecian las palabras de Cristo no se alejarán de la
reunión de oración o de la reunión donde el mensajero del Señor ha
sido enviado para decirles cosas de interés eterno. Jesús ha dicho:
“Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos”
¿Podéis permitiros escoger vuestro placer y
perder la bendición? La indulgencia en estas cosas tiene una marcada
influencia, no sólo en vuestra vida y carácter, sino en la vida y el
carácter de vuestros compañeros.
Si todos los que profesan ser seguidores de Cristo fuesen así de
hecho y en verdad, tendrían la mente de Cristo y obrarían las obras de
Dios. Resistirían la tentación de complacer el yo y mostrarían que no
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disfrutan más de los frívolos placeres del mundo que del privilegio
de encontrarse con Cristo en la reunión de testimonios. Entonces
tendrían una decidida influencia sobre otros y los inducirían a seguir
su ejemplo.
Las acciones hablan en más alta voz que las palabras, y aquellos
que aman el placer no aprecian las ricas bendiciones de estar en la
asamblea del pueblo de Dios. No aprecian el privilegio de influir en
sus compañeros para que vayan con ellos, con la esperanza de que
sus corazones sean enternecidos por el Espíritu del Señor. ¿Quién
va con ellos a estas reuniones mundanas? Jesús no está allí para
bendecir a los congregados. Pero Satanás hará acudir a la mente
muchas cosas que no dejan lugar para los asuntos de interés eterno.
Es para él una oportunidad de confundir el bien mezclándolo con el
mal.
La asistencia a las reuniones mundanas crea un gusto por las
distracciones excitantes y debilita la fuerza moral. Los que aman el
placer pueden mantener una forma de piedad, pero no tienen relación
vital con Dios. Su fe está muerta, su celo ha desaparecido. No sienten
la preocupación de decir una palabra oportuna a las almas que están
sin Cristo y de instarlas a entregar sus corazones al Señor (
Youth’s
Instructor,
abril 23, 1912
).
Mateo 18:20
.