Capítulo 43—El Cristo que mora en nosotros
Si Estamos “arraigados y fundados en amor”, podremos “com-
prender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la
profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede
a todo conocimiento”
¡Oh, qué preciosas posibilidades y ánimo!
En el corazón humano purificado de toda impureza moral reside el
precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la naturaleza entera,
y convirtiendo al hombre en un templo del Espíritu Santo. . .
Su respuesta a nuestra fe
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. El mora en
nuestros corazones cuando nos apropiamos individualmente de la
fe. Tenemos la compañía, de la presencia divina, y al darnos cuenta
de su presencia, nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a
Cristo Jesús. Nuestros ejercicios espirituales están de acuerdo con la
vividez de nuestro sentido de esta compañía. Enoc anduvo con Dios
en este camino; y Cristo vive en nuestros corazones por la fe cuando
consideramos lo que él es para nosotros, y la obra que ha realizado
por nosotros en el plan de redención. Nos sentiremos muy felices al
cultivar un sentido de este gran don que Dios dio a nuestro mundo y
nos dio a nosotros personalmente.
Estos pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el
carácter. Quiero impresionar vuestra mente con el hecho de que
podéis tener siempre, si lo queréis, la compañía divina con vosotros.
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“¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque
vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré
y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”
Efesios 3:18, 19
.
2 Corintios 6:16
.
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