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Capítulo 45—El carácter que Dios aprueba
Los jóvenes necesitan ser instruidos cuidadosamente y con ora-
ción, a fin de que edifiquen sus caracteres sobre un cimiento perma-
nente. El motivo por el cual tantos cometen errores penosos, es que
no prestan atención a las enseñanzas de la experiencia. Dejan que el
consejo de los padres y maestros se pierda para ellos, y ceden a las
tentaciones del enemigo. Dios ama a los jóvenes. Ve en ellos gran-
des posibilidades para el bien, si perciben su necesidad de Cristo y
construyen sobre el cimiento seguro. El conoce también sus pruebas.
Sabe que tendrán que batallar contra los poderes de las tinieblas que
se esfuerzan por conquistar el dominio de la mente humana; y Dios
ha abierto el camino por el cual los jóvenes de ambos sexos pueden
llegar a ser participantes de la naturaleza divina. . .
Se requiere esfuerzo perseverante
El carácter no se obtiene por casualidad. No se determina por
una sola explosión de mal genio, por un solo paso dado en mala
dirección Es la repetición del acto lo que lo hace hábito, y amolda el
carácter para el bien o para el mal. El buen carácter sólo se forma
mediante esfuerzo perseverante, incansable, aprovechando para la
gloria de Dios todo talento y aptitud que nos hayan sido confiados.
En vez de hacer esto, muchos se dejan llevar adonde el impulso o
las circunstancias los empujan, no porque les falte buen material,
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sino porque no se dan cuenta de que Dios quiere que en su juventud
hagan todo lo que puedan y de la mejor manera.
Si los jóvenes de hoy quieren mantenerse firmes como Daniel,
deben poner en tensión todo nervio y músculo espirituales. El Señor
no desea que siempre sean novicios. Desea que alcancen la cima de
la excelencia. Desea que alcancen el más alto peldaño de la escalera,
para que desde él puedan trasladarse de un paso al reino de Dios.
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