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Capítulo 92—Guardad bien las avenidas del alma
“SOBRE toda cosa guardada, guarda tu corazón—es el consejo
del sabio—; porque de él mana la vida”
“Cual es su pensamiento
[del hombre] en su alma, tal es él”
El corazón debe ser renovado
por la gracia divina, o en vano se buscará pureza en la vida. El que
procura desarrollar un carácter noble y virtuoso, sin la ayuda de la
gracia de Cristo, edifica su casa sobre las arenas movedizas. La verá
derribarse en las fieras tempestades de la tentación. La oración de
David debiera ser la petición de toda alma: “Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí”
Y
habiendo sido hechos partícipes del don celestial, debemos proseguir
hacia la perfección, siendo “guardados en la virtud de Dios por fe”
Tenemos, sin embargo, algo que hacer para resistir a la tentación.
Los que no quieren ser víctimas de los ardides de Satanás deben
custodiar cuidadosamente las avenidas del alma; deben abstenerse
de leer, ver u oír cuanto sugiera pensamientos impuros. No se debe
dejar que la mente se espacie al azar en todos los temas que sugiera el
adversario de las almas. Dice el apóstol Pedro: “Por lo cual, teniendo
los lomos de vuestro entendimiento ceñidos... no conformándoos
con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino
como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos
en toda conversación”
Pablo dice: “Todo lo que es verdadero, todo
lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que
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es de buen nombre; si hay alguna virtud, si alguna alabanza, en esto
pensad”
Esto requerirá ferviente oración y vigilancia incesante.
Habrá de ayudarnos la influencia permanente del Espíritu Santo, que
atraerá la mente hacia arriba y la habituará a pensar sólo en cosas
santas y puras. Debemos estudiar diligentemente la Palabra de Dios.
Proverbios 4:23
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Proverbios 23:7
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Salmos 51:10
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1 Pedro 1:5
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1 Pedro 1:13-15
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Filipenses 4:8
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