Inculquemos principios rectos en los jóvenes
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prácticas pecaminosas, a la pobreza, a la cárcel, al homicidio y a la
horca! Y sin embargo, muchos padres no ven el terrible abismo de
ruina abierto para tragarse a nuestros jóvenes.
Entre los placeres más peligrosos se encuentra el teatro. En vez
de ser una escuela de moralidad y virtud como a menudo se dice, es
el foco mismo de la inmoralidad. Estos entretenimientos fortalecen y
confirman hábitos viciosos y propensiones pecaminosas. Los cantos
bajos, las expresiones, las actitudes y los gestos impúdicos, depravan
la imaginación y rebajan las costumbres. Todo joven que asista
habitualmente a tales exhibiciones se corromperá en sus principios.
No hay en nuestro país influencia más poderosa para envenenar la
imaginación, para destruir las impresiones religiosas, para embotar
el gusto por los placeres tranquilos y las sobrias realidades de la
vida, que las diversiones teatrales.
El amor por estas escenas aumenta con cada participación en
ellas así como el deseo de las bebidas intoxicantes se fortalece con su
uso. La única conducta segura es evitar el teatro, el circo, y cualquier
otro lugar dudoso de diversión.
Hay formas de recreación muy benéficas para el cuerpo y la men-
te. Una mente iluminada, discernidora, hallará abundantes medios
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de entretenimiento y diversión, de fuentes no sólo inocentes, sino
instructivas. La recreación al aire libre, la contemplación de las obras
de Dios en la naturaleza, serán del mayor beneficio.—
Testimonios
para la Iglesia 4:651-653
.
Proveed placeres inocentes
No se puede hacer que los jóvenes sean tan calmosos y graves
como los ancianos, el hijo tan sobrio como el padre. Aunque se
condenan las diversiones pecaminosas, como en verdad debe hacerse,
que los padres, maestros y tutores de los jóvenes provean en cambio
placeres inocentes, que no mancillen ni corrompan la moral. No
sujetéis a los jóvenes bajo reglas y restricciones rígidas, que los
induzcan a sentirse oprimidos, y a precipitarse en sendas de locura y
destrucción. Con mano firme, bondadosa y considerada, sujetad las
riendas del gobierno, guiando y vigilando sus mentes y propósitos,
aunque de manera tan suave, sabia y amorosa, que ellos puedan darse
cuenta de que tenéis presente sus mejores intereses.—
Consejos para