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Capítulo 5—Nuestro día de oportunidad
La Experiéncia de aquellos que trabajaron para Dios en gene-
raciones pasadas, tiene lecciones que debemos aprender los que
vivimos en este tiempo. Cuán poco conocemos los conflictos, las
pruebas y las labores que soportaron estos hombres mientras se equi-
paban para hacer frente a los ejércitos de Satanás. Poniéndose toda
la armadura de Dios, fueron capaces de hacer frente a las astucias
de Satanás.
Estos hombres que en tiempo pasado se entregaron a Dios y
al engrandecimiento de su causa eran tan firmes en los principios
como el acero. Eran hombres que no decaían ni se desanimaban;
hombres que, como Daniel, estaban llenos de reverencia y celo por
Dios, llenos de propósitos y aspiraciones nobles. Eran tan débiles
c impotentes como cualesquiera de los que hoy están ocupados en
la obra, pero ponían toda su confianza en Dios. Tenían riqueza,
pero consistía ésta en la cultura de la mente y el alma. Y puede
tenerla cualquiera que dé a Dios el primero, el último y el mejor
lugar en todas las cosas. Aunque estemos destituidos de sabiduría,
conocimiento, virtud y poder, podemos recibir todo esto si queremos
aprender de Cristo las lecciones que es nuestro privilegio aprender.
La clase de obreros que se necesita
Tenemos en esta época oportunidades y ventajas que no era fácil
obtener en generaciones pasadas. Tenemos más luz, y ésta la hemos
recibido gracias a la obra de aquellos fieles centinelas que hicieron
de Dios su sostén, y recibieron de él poder para hacer brillar la luz
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con rayos claros en el mundo. En nuestra época tenemos mayor luz
de la cual sacar provecho, así como en épocas pasadas los hombres
y mujeres de noble valor aprovecharon la luz que Dios les diera.
Largo tiempo trabajaron asiduamente para aprender las lecciones
que les fueron dadas en la escuela de Cristo, y no trabajaron en vano.
Sus esfuerzos perseverantes fueron recompensados. Se unieron con
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