Nuestro día de oportunidad
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el mayor de todos los poderes, y sin embargo, anhelaban siempre
una comprensión más profunda, elevada y amplia de las realidades
eternas, para poder presentar con éxito los tesoros de la verdad a un
mundo necesitado.
Ahora se necesitan obreros de este carácter. Los que a la vista
de Dios son hombres, y que así figuran en los libros del cielo, son
aquellos que, como Daniel, cultivan todas sus aptitudes en la forma
que les permita representar mejor el reino de Dios en un mundo que
yace en la impiedad. El progreso en el conocimiento es esencial,
pues empleado en la causa de Dios, el conocimiento es un poder
para el bien. El mundo necesita hombres de pensamiento, hombres
de principios, hombres que estén creciendo constantemente en com-
prensión y discernimiento. La prensa necesita hombres que la usen
aprovechando todas sus ventajas a fin de que la verdad reciba alas
para ir velozmente a toda nación y lengua y pueblo.
Nuestra fuente de eficiencia
Necesitamos hacer uso de los jóvenes que cultiven la laboriosi-
dad honrada, que no teman poner a prueba sus facultades. Jóvenes
tales encontrarán empleo en todas partes, porque no vacilan en el ca-
mino; llevan la semejanza divina en la mente y el alma. Sólo tienen
una cosa en vista y avanzan y se elevan constantemente gritando:
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¡Victoria! Pero no hay llamamiento para el indolente, el temeroso y
el incrédulo, que por su falta de fe y de disposición a negarse a sí
mismo por la causa de Cristo, impide que la obra avance...
Dios llama a aquellos que quieren ser sus colaboradores. Rela-
cionada con Cristo, la naturaleza humana llega a ser pura e íntegra.
Cristo provee la eficiencia y el hombre se convierte en un poder para
el bien. La veracidad y la integridad son atributos de Dios, y el que
posee estos atributos posee un poder invencible (
Review and Herald,
marzo 10, 1903
).
Justicia interior
La justicia exterior da testimonio de la justicia interior. El que
es justo por dentro, no muestra corazón duro ni falta de simpatía,
sino que día tras día crece a la imagen de Cristo y progresa de fuerza