Página 116 - El Ministerio M

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Exhortación a la unión fraternal
Temer a Dios y andar con él es privilegio y deber de todo médico.
Se me ha mostrado que Satanás asedia con sus tentaciones con mayor
fuerza a los médicos que pertenecen a nuestro pueblo que a los que
no son de nuestra fe. La obra de Satanás consiste en fomentar el
orgullo y la ambición, egoísmo y amor por la supremacía, con el
fin de impedir esa fuerte unión fraternal que debiera existir entre
nuestros médicos, la cual daría vigor a sus propósitos y contribuiría
en gran medida a asegurar el éxito en todas sus empresas. Los
médicos que creen la verdad debieran esforzarse por alcanzar la
armonía en todas nuestras instituciones.
No debiera existir la rivalidad. Los desacuerdos y la rivalidad son
más ofensivos aun para Dios cuando se manifiestan entre los médicos
que entre los que aseguran haber sido llamados al ministerio; porque
el médico piadoso es embajador de Cristo que debe llevar la palabra
de vida a los sufrientes que están por despedirse de esta vida. Si
posee sabiduría para hablar palabras oportunas que inducirán al
sufriente a confiar en Jesús, podría ser el instrumento en manos de
Dios para la salvación de un alma. Cuán firmemente resguardada
debiera estar el alma del médico para que los pensamientos impuros
y sensuales no encuentren lugar en ella.
Se me ha mostrado que se pierde mucho cuando los médicos
de nuestra fe se apartan unos de otros debido a las diferencias que
existen entre sus métodos de práctica médica. Debieran efectuarse
reuniones para médicos, en las que todos pudieran departir juntos,
intercambiar ideas y hacer planes para trabajar unidos. El Señor creó
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a los seres humanos para que fueran seres sociables y se propuso que
fuéramos imbuidos con la naturaleza bondadosa y amante de Cristo.
Quiso que por medio de la asociación mutua nos vinculáramos en
estrecha relación como hijos de Dios, con el fin de trabajar para el
momento presente y la eternidad...
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