Página 149 - El Ministerio M

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El estudiante de medicina
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Clases de Biblia
Profesores fieles deben encargarse de las clases bíblicas; pro-
fesores que se esfuercen por hacer comprender sus lecciones a los
estudiantes, no porque les expliquen todo, sino porque les exijan
que expliquen claramente cada pasaje que lean. Recuerden estos
profesores que poco bien se logra recorriendo superficialmente la
Palabra. Para comprenderla, se necesita investigación reflexiva y
estudio fervoroso y asiduo.
Cristo, el gran Médico misionero, vino a este mundo haciendo un
sacrificio infinito, a fin de enseñar a hombres y mujeres las lecciones
que habilitan para conocer correctamente a Dios. Él vivió una vida
perfecta, dando un ejemplo que todos pueden seguir con seguridad.
Estudien nuestros alumnos de medicina las lecciones que Cristo ha
dado. Es esencial que las comprendan claramente. Sería un terrible
error de su parte descuidar el estudio de la Palabra de Dios por un es-
tudio de teorías equivocadas, que desvían las mentes de las palabras
de Cristo a las falacias de la producción humana. Dios quiere que
todos los que profesen ser médicos misioneros evangélicos aprendan
diligentemente las lecciones del gran Maestro. Deben hacerlo si
quieren hallar descanso y paz. Aprendiendo de Cristo, su corazón se
llenará de la paz que sólo él puede dar.
Haced de la Biblia vuestra consejera. Vuestro conocimiento de
ella crecerá rápidamente si mantenéis vuestras mentes libres de la
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escoria del mundo. Cuanto más estudiéis la Biblia, más profundo
será vuestro conocimiento de Dios. Las verdades de su Palabra
quedarán escritas en vuestra alma, y harán una impresión imborrable.
Dios me ha estado presentando estas cosas durante muchos
años. En nuestras escuelas destinadas a preparar médicos misioneros
necesitamos hombres que tengan un conocimiento profundo de las
Escrituras, hombres que puedan enseñar estas lecciones a otros con
claridad y sencillez, como Cristo enseñó a sus discípulos lo que él
consideraba más esencial.
Y el conocimiento necesario será dado a todos los que vengan
a Cristo, recibiendo y practicando sus enseñanzas, haciendo de su
Palabra una parte de su vida. El Espíritu Santo enseña al estudiante
de las Escrituras a juzgar todas las cosas por la norma de la recti-
tud, la verdad y la justicia. La revelación divina le proporciona el