Página 154 - El Ministerio M

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Precaución necesaria al animar a los estudiantes
Muchos, sabiendo cuán penosos deberes tienen los médicos, y
cuán pocas oportunidades tienen de ser aliviados de las congojas, aun
en el sábado, no quieren elegir esta carrera para su vida. Pero el gran
enemigo busca constantemente destruir la obra de las manos de Dios,
y hombres de cultura e inteligencia están llamados a combatir su
cruel poder. Se necesitan más hombres de la debida clase para que se
dediquen a esta profesión. Debe hacerse un esfuerzo esmerado para
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inducir a hombres capaces a que se preparen para esta obra. Deben
ser hombres cuyo carácter esté basado en los amplios principios de
la Palabra de Dios, hombres que posean energía natural, fuerza y
perseverancia, que los capaciten para alcanzar una alta norma de
excelencia.
No todos pueden llegar a ser médicos de éxito. Muchos se han
iniciado en los deberes de esta profesión sin estar preparados en
todo sentido. No tenían el conocimiento requerido; carecían de la
habilidad y el tacto, el cuidado y la inteligencia que se necesitan
para asegurar el éxito. Un médico puede cumplir mejor sus tareas si
tiene fuerza física. Si es débil, no puede soportar el trabajo agotador
propio de su vocación. Un hombre que tenga una constitución débil,
que sea dispéptico, o que carezca de dominio propio, no puede estar
calificado para tratar con toda clase de enfermedades. Debe ejercerse
gran cuidado de no estimular a personas que podrían ser útiles en
alguna posición de menor responsabilidad, para que estudien medi-
cina con gran gasto de tiempo y recursos, cuando no hay esperanza
razonable de que tengan éxito.
Se me ha instruido que en vista de la naturaleza exigente de la
obra médica misionera, los que desean entrar en este ramo deben ser
examinados primero cabalmente por médicos competentes, a fin de
averiguar si tienen o no la fuerza necesaria para soportar el curso de
estudios que deben seguir en la escuela de preparación.—
Consejos
para los Maestros Padres y Alumnos, 457, 458
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