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El Ministerio Médico
de Dios en nuestras instituciones la verdad debe preservarse en toda
su sagrada autoridad.
Deben mantenerse los principios religiosos
Los que ejercen la medicina deben mantener en todo lugar sus
principios religiosos claros y sin mancha. La verdad debe destacarse
en el ejercicio de su profesión. Deben usar su influencia como medio
de purificar el alma por los rayos sanadores del Sol de Justicia. Si
llegara el tiempo cuando los médicos no pudieran hacer esto, el
Señor no tendría más instituciones médicas establecidas entre los
adventistas del séptimo día. Los altos precios son corrientes en el
mundo; pero se deben introducir principios correctos en nuestra
obra. La norma bíblica se mantendrá. Se debe seguir el camino del
Señor, justicia, misericordia y verdad. No deben enviarse cobros
exorbitantes por operaciones menores. El cobro será proporcional al
trabajo hecho.
La obra que se desempeñe en nuestras instituciones médicas
debe ser leal a su nombre: “Obra Médica Misionera”. No queremos
que el Señor piense mal de nosotros porque representamos mal la
obra de Cristo. Dios no nos ha autorizado para hacer una labor
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que no soporte la investigación del juicio. Él no desea que ninguna
institución establecida por su pueblo tenga una reputación similar a
la de Ananías y Safira. Deseando obtener una reputación de personas
abnegadas, de liberalidad y devoción a la fe cristiana, Ananías y
Safira vendieron su propiedad y colocaron sólo parte del producto
de la venta a los pies de los apóstoles, fingiendo que lo habían dado
todo. Ellos no estaban obligados a dar todo lo que tenían para la
causa. Dios habría aceptado una parte. Pero querían que se pensara
que lo habían dado todo. Así creyeron obtener la reputación que
codiciaban y a la vez guardarse parte del dinero. Pensaron que habían
tenido éxito en su plan; pero estaban estafando al Señor, y él trató
sumariamente con este primer caso de engaño y falsedad en la recién
formada iglesia. Quitó la vida a ambos, como una advertencia a
todos del peligro de sacrificar la verdad por obtener favores.
No debemos representar mal lo que profesamos creer por obtener
favores. Dios menosprecia las falsas representaciones y la preva-
ricación. Él no tolerará al hombre que dice, y no hace. La mejor