Encomio para ganadores de almas
Habrá una alabanza bendita, una bendición santa para los fieles
ganadores de almas. Ellos se unirán en el cielo a los regocijados,
quienes aclamarán el hogar de la cosecha. ¡Cuán grande será el gozo
cuando todos los redimidos del Señor se reúnan en las mansiones
preparadas para ellos! ¡Oh, qué gozo para todos los que hayan sido
obreros imparciales y desinteresados en unión con Dios para llevar
adelante su obra en la tierra! ¡Qué satisfacción tendrá todo segador
cuando se escuche la voz clara y musical de Jesús diciendo: “Venid,
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde
la fundación del mundo!”...
El Redentor es glorificado porque no ha muerto en vano. Con el
corazón lleno de regocijo y de alegría, los que han sido colabora-
dores con Dios quedarán satisfechos al ver el resultado del trabajo
duro de su alma por los pecadores que perecían. Ya han quedado
atrás, olvidadas, las horas ansiosas que han pasado, las perplejidades
que han tenido que arrostrar y el pesar del corazón debido a que
algunos rechazaron ver y recibir las cosas que eran para su paz. La
abnegación que han practicado para apoyar la obra ya no se recuerda
más. Al considerar las almas que buscaron ganar para Jesús y verlas
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salvas, eternamente redimidas—monumentos de la misericordia de
Dios y del amor del Redentor—se elevan por los arcos celestiales
aclamaciones de alabanza y de agradecimiento.—
The Review and
Herald, 10 de octubre de 1907
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