Con ternura y sabiduría
El médico que demuestra ser digno de ocupar el cargo de director
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médico de un sanatorio hará una gran labor. Pero en el renglón
religioso esta labor debe ser siempre de tal naturaleza que presente
ante los pacientes el antídoto divino para aliviar las almas cargadas
de pecado. Todos los médicos deben comprender que tal obra debe
hacerse con ternura y sabiduría. En nuestras instituciones, donde se
interna a los pacientes mentales para darles tratamiento, las palabras
alentadoras de la verdad dirigidas al afligido a menudo serán el
medio de restaurar la mente e infundir paz en el alma.
Cuando el director médico pasa por alto la parte espiritual de la
obra, descuida su deber, y muestra un ejemplo errado a los auxiliares
más jóvenes que están aprendiendo a hacer la obra de un médico
cristiano. Estos estudiantes descuidan la parte más esencial de la
obra. Temo que esto resultará en una pérdida que nunca se podrá
remediar.—
Carta 20, 1902
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