Página 356 - El Ministerio M

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Vestíos de Cristo
No hay entre nosotros esa sencillez que debiera existir. Debería-
mos venir al Señor tal como somos, humillándonos... delante de él,
y luchando fervientemente hasta que recibamos el Espíritu Santo.
¿Por qué no obramos como los discípulos lo hicieron antes del día
de Pentecostés? Ellos buscaron al Señor ardientemente, y cuando
vino el día de Pentecostés, estaban “todos unánimes juntos”. A pesar
de que la oposición de las potestades de las tinieblas fue tan fuerte
que la persecución se levantó, aun resultando algunos muertos, los
discípulos dieron testimonio por Cristo, y se convirtieron grandes
multitudes...
¿No os vestiréis todos de Cristo, no para abandonarlo una vez
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más, sino para permitir que su Espíritu selle vuestra mente y carác-
ter? Cuando todos en esta institución estén convertidos de veras,
con seguridad sucederá una obra maravillosa como cuando los dis-
cípulos recibieron el derramamiento del Espíritu Santo en el día
de Pentecostés. El Señor mismo estará con vosotros, para enseñar,
dirigir y guiar. Veréis la salvación de Dios. A veces podréis estar
descorazonados. Los desánimos vendrán, pero es vuestro privile-
gio asir continuamente la esperanza que el evangelio coloca ante
vosotros. Velad en oración. Creed que Dios os ayudará a expresar
palabras que alegrarán, alentarán y aumentarán la fe de aquellos con
quienes os relacionéis...
No es un trabajo casual
No podemos esperar que la bendición de Dios repose sobre
nosotros, si servimos a Dios a nuestro antojo y lo dejamos a nuestra
propia voluntad. No es necesario que atendamos las demandas de
placer hechas por el mundo. Hay otros lugares donde la gente puede
encontrar diversión. Aquí necesitamos hombres y mujeres de verdad;
necesitamos personas que revelen la sencillez de la verdadera piedad;
hay lugar para hombres y mujeres que sean cristianos sólidos, que
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