La naturaleza es la sierva de Dios
El mundo material está bajo el control de Dios. Toda la naturaleza
obedece las leyes que la gobiernan. Todo habla y actúa de acuerdo
con la voluntad del Creador. Las nubes, la lluvia, el rocío, la luz
del sol, los chubascos, el viento y la tormenta, todos están bajo la
supervisión de Dios y rinden obediencia implícita a quien los emplea.
El diminuto retoño de trigo brota de la tierra, primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga. El Señor utiliza a estos
siervos obedientes para hacer su voluntad.—
Carta 131, 1897
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