Página 41 - El Ministerio M

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La vida por el poder de Dios
La parábola de la semilla revela que Dios obra en la naturaleza.
La semilla tiene en sí un principio germinativo, un principio que
Dios mismo ha implantado; sin embargo, si se abandonara la semilla
a sí misma no tendría poder para brotar. El hombre tiene una parte
que desempeñar para promover el crecimiento del grano.
Hay vida en la semilla, hay poder en el terreno; pero a menos
que se ejerza día y noche el poder infinito, la semilla no dará frutos.
Deben caer las lluvias para humedecer los campos sedientos, el
sol debe impartir calor, debe comunicarse electricidad a la semilla
enterrada. El Creador es el único que puede hacer surgir la vida que
él ha implantado. Cada semilla crece y cada planta se desarrolla por
el poder de Dios.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 43, 44
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