Una ferviente apelación a los médicos
Estoy preocupada porque la mente de nuestros médicos se ocupa
de muchas cosas que les impiden hacer la obra que Dios quisiera
que desempeñaran como evangelistas. Por la luz que Dios me ha
dado, sé que se necesita con urgencia al predicador lleno de vida, que
sea consagrado, dedicado y que sepa cómo colocar su confianza en
Dios. Necesitamos cien obreros donde ahora tenemos uno. Hay una
gran labor que realizar antes que la oposición satánica nos cierre el
camino y se pierdan nuestras oportunidades presentes para trabajar.
El tiempo pasa rápidamente. Nuestras publicaciones son numerosas,
pero el Señor llama a hombres y mujeres de nuestras iglesias, que
tienen la luz, para que se dediquen a la obra misionera genuina. Que
ellos con toda humildad ejerciten los talentos que Dios les ha dado
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para proclamar el mensaje que debe llegar al mundo en este tiempo.
Tengo la esperanza de que ejerzáis todas vuestras capacidades
en esta obra. Presentad la importancia de la verdad presente desde
el punto de vista del médico. El Señor ha declarado que el médico
educado hallará entrada en nuestras ciudades donde otros no lo
pueden hacer. Enseñad el mensaje de la reforma pro salud. Esto
ejercerá una influencia en la gente.
Estudiemos la Biblia, y enseñemos las palabra de la verdad.
Hagamos la misma obra que hicieron los apóstoles de Cristo; ofrez-
camos oraciones por los enfermos, pues hay muchos que no pueden
tener las ventajas de nuestros sanatorios. El Señor quitará enferme-
dades en respuesta a la oración. Los ministros del evangelio deben
poder presentar el tema de la reforma pro salud en su sencillez. Si
esta fase de la verdad para hoy se presenta de una manera clara,
sencilla y cristocéntrica, tendrá un efecto sobre el pueblo. Habrá
respuestas de parte de muchos corazones.—
Carta 128, 1909
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