Sugerencias para la alimentación en el sanatorio
Debe proporcionarse a los pacientes una abundancia de alimen-
tos sanos y agradables, preparados y servidos de un modo tan ape-
titoso, que no se sientan tentados a desear la carne. Las comidas
pueden llegar a ser el medio de fomentar la educación en la refor-
ma pro salud. Debe mostrarse esmero en las combinaciones de los
alimentos que se ofrecen a los pacientes. El conocimiento tocante a
las combinaciones adecuadas de alimentos es de gran valor, y debe
considerárselo como sabiduría proveniente del cielo.
Debemos recordar que mientras hay quienes se benefician mu-
cho más al ingerir sólo dos comidas, hay otras personas que comen
livianamente en cada comida, y necesitan algo en la tarde. Hay que
comer suficiente para fortalecer los tendones y músculos. Debemos
recordar que la mente obtiene su fortaleza del alimento que ingeri-
mos. Parte de la obra médica misionera de los obreros de nuestro
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sanatorio es mostrar el valor de una alimentación saludable.
Evitad los cambios repentinos
Es correcto que en nuestros sanatorios no se sirva té, café ni
carne. Para muchos, éste es un gran cambio y una severa privación.
Poner en vigencia al mismo tiempo otras innovaciones, tales como
la adopción de dos comidas al día, puede tender, en los casos de
algunos, a causar más daño que bien.
Para muchos la cena ha sido la hora más feliz del día. Es entonces
cuando toda la familia, una vez terminado el trabajo del día, se sienta
alrededor de la mesa para una reunión social.
Claro que es mejor tener dos comidas al día que tres. Lo creo
y lo practico; pero no tengo un “así dijo el Señor” de que no esté
bien para alguno tener la tercera comida. No debemos ser como los
fariseos, atados por un grupo de reglas y regulaciones establecidas.
La Palabra de Dios no ha especificado horas precisas para ingerir los
alimentos. Debemos evitar hacer leyes como las de los fariseos, o
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