Página 548 - El Ministerio M

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Una parábola de lo que debiera ser
Cuando el doctor Paulson me mostró la ubicación que se había
obtenido para la obra del sanatorio en Hinsdale, me sentía comple-
tamente satisfecha; este lugar respondía a las instrucciones que se
me habían dado referente a los lugares que nuestro pueblo debía
obtener para la obra de los sanatorios fuera de las grandes ciudades.
El tiempo mostrará que las propiedades como ésta podrán utilizarse
con mayores ventajas que los edificios de Chicago; pues la impiedad
de Chicago es como la impiedad de Sodoma y Gomorra. También
se me presentó que había otros lugares cerca de Chicago, pero lejos
de la ciudad, que el Señor desea que su pueblo adquiera. Hay almas
que deben ser alcanzadas. El mensaje debe proclamarse. Esta es la
luz que se me ha dado.
Se me ha dado una representación de la predicación clara y
poderosa de la Palabra de verdad en muchos lugares donde nunca se
la ha escuchado hasta ahora. El Señor desea que se amoneste a la
gente, pues una gran obra se hará en corto tiempo. He escuchado la
Palabra de Dios proclamada en muchos lugares fuera de la ciudad
de Chicago. Había muchas voces que pregonaban la verdad con
gran poder. Lo que anunciaban no eran teorías imaginarias sino el
mensaje de amonestación. Mientras la sólida verdad de la Biblia
procedía de labios de hombres que no tenían teorías fantasiosas o
ciencia engañosa para presentar, había otros que trabajaban con todo
su poder para introducir falsas teorías en relación a Dios y a Cristo.
Y se hicieron milagros para engañar, si fuese posible, a los mismos
elegidos.
Escuché el mensaje proclamado con poder por hombres que
no habían sido educados en _____. Entre los que estaban empeña-
dos en la obra había jóvenes sacados de detrás del arado y de los
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campos y enviados a predicar la verdad como es en Jesús. Una fe
incuestionable en el Señor Dios de los cielos se impartió a los que
fueron llamados y elegidos. “Todo esto—dijo mi Instructor—es una
parábola de lo que debiera ser, y de lo que será”.
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