Dios es la eficiencia del médico
El Señor debe ser la eficiencia de cada médico. Si cuando el
médico se encuentra en la sala de operaciones siente que está tra-
bajando sólo como la visible mano ayudadora del Señor, el Gran
Médico está presente para sostener esa mano del instrumento hu-
mano y guiarla en los movimientos que ejecuta. El Señor conoce
el temblor y el terror con que muchos pacientes llegan a la mesa
de operaciones como la única oportunidad de salvar su vida. Saben
que se encuentran en la situación más peligrosa en que han estado.
Sienten como si su vida estuviera en las manos de quien conside-
ran un médico experto. Pero cuando ven a su médico de rodillas
pidiendo a Dios que las operaciones críticas tengan éxito, la oración
los inspira a ellos, y también al médico, con esperanza y confianza
decididas. Esta confianza, aun en los casos más críticos, es un medio
para hacer que las operaciones sean un éxito. Se efectúan sobre la
mente impresiones que Dios se había propuesto que se hicieran...
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Tal oración puede ofrecerse ante personas incrédulas, y hasta
infieles, porque barre la sombra mediante la cual Satanás ha oscure-
cido la mente; y cuando el sufriente emerge de la crisis, la verdad
ocupa el lugar de la duda y la incredulidad. Así se disipa la niebla
del escepticismo que ofuscaba la mente.—
Manuscrito 26, 1902
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