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El Ministerio Pastoral
a esto, muchos señalan a los hijos de los ministros, de los profeso-
res, y de otros hombres de alta reputación por su saber y piedad,
y alegan que si estos hombres, con ventajas superiores, fracasan
en el gobierno de sus familias, aquellos que están en una situación
menos favorable no pueden tener esperanza de triunfar. El asunto
a considerarse es, ¿le han dado estos hombres a sus hijos aquello a
que tienen derecho, esto es, un buen ejemplo, instrucción fiel, y res-
tricción adecuada? Es por la negligencia de estas normas esenciales,
que tales padres dan a la sociedad niños con desequilibrio mental,
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impacientes con las restricciones, e ignorantes de los deberes de
la vida práctica. En ésto le están haciendo un daño al mundo que
excede a todo lo bueno que puedan realizar. Esos niños transmiten la
depravación de su carácter como una herencia a sus descendientes,
y a la misma vez su ejemplo perverso y su influencia corrompen
la sociedad y causan estragos en la iglesia. Nosotros no podemos
pensar que ningún hombre, sin importar cuan grande sea su capaci-
dad o utilidad, está sirviendo mejor a Dios o al mundo, mientras su
tiempo es dedicado a otros intereses en menoscabo de sus propios
hijos.—
The Signs of the Times, 9 de febrero de 1882
.
La influencia negativa de la familia del ministro puede ha-
cer más daño que el bien que hace su ministerio
—Hermano B,
como ministro de Dios, usted tenía la doble obligación de gobernar
bien su propia casa y de tener a sus hijos en sujeción. Pero se ha
complacido con su capacidad y ha excusado sus faltas. El pecado de
ellos no parecía muy pecaminoso. Usted ha desagradado a Dios y
casi arruinado a sus hijos al descuidar su deber, y se ha seguido com-
portando irresponsablemente después que el Señor lo ha reprendido
y aconsejado. El daño que su familia ha ocasionado a la causa de
Dios por su influencia en los distintos lugares donde han vivido, ha
sido mayor que el bien que han realizado. Usted ha sido enceguecido
y engañado por Satanás acerca de su familia. Usted y su esposa han
colocado a sus hijos en un pie de igualdad con ustedes. Ellos han
hecho lo que han querido. Esa ha sido una gran desventaja en su
trabajo de ministro de Cristo, y el descuido de su deber de tener
a sus hijos en sujeción ha conducido a un mal todavía mayor, que
amenaza destruir su utilidad.—
Testimonios para la Iglesia 2:549
.
Los pastores que fracasan en el hogar, fracasarán en la igle-
sia
—Quien está comprometido en la obra del ministerio del Evan-