Página 149 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El evangelismo personal
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doles el arrepentimiento hacia Dios y la fe en Cristo, entonces su
trabajo estará apenas comenzando. Con demasiada frecuencia usted
se excusa por no terminar su trabajo dejando una pesada carga para
que otros terminen lo que debería haber hecho diciendo que no está
capacitado para terminar el trabajo. Entonces, cuanto más rápido se
capacite a sí mismo para llevar las cargas de un pastor o ministro del
rebaño, tanto mejor será.—
Testimonies for the Church 3:227
.
La visitación a los interesados
Ganar la confianza de la gente a través de la visitación tie-
ne mayor influencia que la predicación
—Cuando solamente hay
reuniones por las noches, hay mucho tiempo que puede ser usado
con gran provecho en la visitación de casa en casa, encontrando a la
gente donde está. Y si los ministros de Cristo poseen las gracias del
Espíritu, e imitan al gran Modelo, hallarán acceso a los corazones y
ganarán almas para Cristo. Algunos ministros que tienen el último
mensaje de misericordia son muy inaccesibles. No tratan de mejorar
las oportunidades que tienen de ganar la confianza de los que no son
creyentes con su comportamiento ejemplar, su interés genuino por el
bienestar de otros, su bondad, su tolerancia, su humildad de corazón,
y su cortesía respetuosa. Estos frutos del Espíritu ejercerán mayor
influencia que la que puede lograrse con una predicación desde el
púlpito sin el esfuerzo individual por las familias. La predicación de
verdades evidentes y probadas, y los correspondientes contactos per-
sonales de casa en casa respaldando la predicación desde el púlpito,
extenderán su influencia para el bien, y las almas serán convertidas
a la verdad.—
Testimonies for the Church 3:233
.
No use el tiempo de la visitación para hablar de temas co-
munes
—En todas sus labores, el ministro debe educar a sus oyentes
desde un principio. Debe presentar las preciosas perlas de la verdad,
y no limitar su trabajo sólo a sermonear, sino a ministrarle a la gente.
Debe visitar a sus oyentes en sus hogares, no esperar que lo inviten,
sino ir como quien es enviado por Dios. Invítese a los hogares de
las personas, en humildad y mansedumbre de corazón buscando
ser admitido, y entonces presénteles a un Salvador perdonador del
pecador. Cuando el ministro visita los hogares de las personas, no
debe usar su precioso tiempo hablando de temas comunes en la con-