El reclutamiento y entrenamiento de voluntarios
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cambio radical en su vida y carácter, el alma no estará firmemente
ligada a la Roca eterna; y después que cese el trabajo del ministro, y
haya pasado la novedad, la impresión se borrará, la verdad perderá
su poder fascinante, y dichas personas no ejercerán ya ninguna
influencia santa, ni serán mejores por profesar la verdad.—
Joyas de
los Testimonios 1:531
.
Enseñar a todos a ser activos
Los ministros deben ayudar a los obreros de la iglesia con
potencial a desarrollar sus talentos
—Algunos obreros son inca-
paces de ocupar los puestos que otros pueden ocupar. Muchos que
podrían haber ocupado puestos de confianza, no se han disciplinado
ni han hecho aquello que podrían haber hecho día a día para llenar
las incesantes demandas del tiempo presente. Otros son capaces de
llevar responsabilidades, y lo harían, si se les animara, y si hubiera
alguien que, con paciencia, bondad y tolerancia, les enseñara cómo
trabajar. Los ministros deben mostrar una seriedad real en ayudar a
tales personas a triunfar, y deben esforzarse con perseverancia para
desarrollar el talento. Los inexpertos necesitan que generales sabios
con oración y esfuerzos personales los animen y los ayuden a llegar
a ser perfectos en Cristo, sin faltarles nada. Esta es la obra que cada
ministro del Evangelio debe empeñarse en hacer, pero que algunos
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fallan en lograr.—
The Review and Herald, 1 de diciembre de 1904
.
Enseñe a la gente cómo trabajar
—Ministros, enseñen a la gen-
te cómo trabajar. Díganles que su utilidad no depende tanto de las
riquezas o del conocimiento del poder, sino de tener una mente dis-
puesta y una consagración a Cristo y a su causa. En tiempos pasados
Dios ha usado a hombres humildes, y por su fe y devoción, a menudo
han logrado más que muchos obreros pretenciosos. Aceptaron sus
debilidades y su dependencia de Dios; y mediante cartas, folletos,
y esfuerzo personal en apelaciones y advertencias, y mediante una
vida bien ordenada y conversación santa, trajeron a muchos del error
a la verdad; del camino de transgresión a la obediencia de la ley
de Dios. El poder maravilloso de la gracia obró en ellos, y el éxito
asistió sus esfuerzos. “Antes lo necio del mundo eligió Dios, para
avergonzar a los sabios; lo débil del mundo eligió Dios, para aver-
gonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado eligió