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El Ministerio Pastoral
ayudarles en la obra de salvar almas. Donde la iglesia ande en la luz,
habrá siempre alegres y cordiales respuestas, y palabras de alabanza
gozosa.—
Joyas de los Testimonios 2:111, 112
.
Los que escuchan no deben ser oidores indiferentes
—Por
medio del salmista Dios declara, “El que sacrifica alabanza me hon-
rará”. Gran parte del servicio de adoración pública a Dios consiste
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en cantos y oración, y todo seguidor de Cristo se debe involucrar en
esta clase de adoración. Existe también el servicio de predicación,
dirigido por aquellos cuyo trabajo es instruir a la congregación en
la Palabra de Dios. Aunque no todos sean llamados a ministrar en
palabra y doctrina, no deben ser oidores fríos e indiferentes. Cuando
la Palabra de Dios fue dirigida antiguamente a los hebreos, el Señor
le dijo a Moisés, “Y diga todo el pueblo, Amén”. Esta respuesta, en
el fervor de sus almas, era requerida como evidencia de que enten-
dían la palabra hablada y estaban interesados en ella.—
The Signs of
the Times, 24 de junio de 1886
.
Al iniciar la adoración
Cuando los ministros entran a la plataforma deben arrodi-
llarse en oración silenciosa
—Cuando el ministro entra, debe ser
con una disposición solemne y digna. Debe inclinarse en oración
silenciosa tan pronto como llegue al púlpito y pedir fervientemente
ayuda a Dios. ¡Qué impresión hará ésto! Habrá solemnidad y re-
verencia entre los oyentes. Su ministro está comulgando con Dios;
se está confiando a Dios antes de atreverse a presentarse delante
de la gente. Una solemnidad desciende sobre todos, y los ángeles
de Dios son atraídos muy cerca. Cada uno de los miembros de la
congregación que teme a Dios, debe también unirse en oración silen-
ciosa con él, inclinando su cabeza, para que Dios honre la reunión
con su presencia y dé poder a su verdad proclamada por los labios
humanos.—
Joyas de los Testimonios 2:195
.
Debe haber una actitud de oración en la plataforma
—Pero
las cosas que suceden en el púlpito sagrado son con frecuencia
incorrectas. Un ministro conversando con otro en el púlpito ante
la congregación, riendo y aparentando no tener preocupación por
el trabajo, o careciendo de un sentido de solemnidad a su sagrado
llamado, deshonra la verdad, y rebaja lo sagrado al nivel de cosas