Capítulo 33—La predicación
Si el ministro está entregado a Dios, el Espíritu Santo habla
a través de cada uno de sus discursos y los torna efectivos
—
Es la eficiencia impartida por el Espíritu Santo la que hace eficaz
el ministerio de la palabra. Cuando Cristo habla por medio del
predicador, el Espíritu Santo prepara los corazones de los oyentes
para recibir la palabra. El Espíritu Santo no es un siervo, sino un
poder que dirige. Hace resplandecer la verdad en la mente, y habla
en todo discurso cuando el predicador se entrega a la operación
divina. El Espíritu es lo que rodea al alma de una atmósfera santa, y
habla a los impenitentes palabras de amonestación, para enseñarles
a Aquel que quita el pecado del mundo.—
Obreros Evangélicos, 162,
163
.
No presente a otros lo que su propia alma no ha experimen-
tado
—Existe el peligro de que los ministros que profesan creer la
verdad presente se sientan satisfechos con presentar solamente la
teoría, mientras que sus propias almas no sienten su poder santifica-
dor. Algunos no tienen el amor de Dios en su corazón, para ablandar,
moldear y ennoblecer sus vidas.—
Testimonies for the Church 4:526
.
No debemos sentirnos satisfechos predicando los mismos
discursos vez tras vez
—Hermanos, no debemos presentarnos ante
el púlpito a menos que hayamos dedicado algún tiempo luchando
con Dios en oración. Nosotros no debemos sentirnos satisfechos
usando los mismos discursos que hemos predicado vez tras vez du-
rante los últimos diez, quince o veinte años. Debemos sacar nuevo
material fresco de la fuente inagotable de la Palabra de Dios. Esta-
mos deseosos que los ángeles de Dios estén a nuestro lado cuando
estemos ante el púlpito sagrado, para que Dios impresione la mente;
para que halla un glorioso despliegue de la verdad; para que sea
presentado con la demostración del Espíritu; para que sea alimento
a su debido tiempo para el rebaño del Señor.—
The Review and
Herald, 4 de junio de 1889
.
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