Página 219 - El Ministerio Pastoral (1995)

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La predicación
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de inculcar a los hombres los tesoros de la verdad de la manera más
atrayente. Tenía tacto para tratar con los espíritus llenos de prejuicio,
y los sorprendía con ilustraciones que conquistaban su atención. Me-
diante la imaginación, llegaba al corazón. Sacaba sus ilustraciones
de las cosas de la vida diaria, y aunque eran sencillas, tenían una
admirable profundidad de significado. Las aves del aire, los lirios
del campo, la semilla, el pastor y las ovejas, eran objetos con los
cuales Cristo ilustraba la verdad inmortal; y desde entonces, siempre
que sus oyentes veían estas cosas de la naturaleza, recordaban sus
palabras. Las ilustraciones de Cristo repetían constantemente sus
lecciones.—
El Deseado de Todas las Gentes, 219
.
Cristo recogía ilustraciones de las costumbres y experien-
cias de la vida diaria
—Cristo nunca aduló a los hombres; nunca
habló de aquello que exaltaría sus fantasías e imaginaciones, o los
alabó por sus invenciones ingeniosas. Pero aquellos que eran pensa-
dores profundos, sin prejuicios recibieron sus palabras, y encontraron
que su inteligencia se ponía a prueba al tratar de comprender las
verdades espirituales que él revelaba en un lenguaje muy sencillo.
Los así llamados grandes hombres del mundo son generalmente los
más ignorantes en cuanto a lo qué constituye la religión verdadera,
y es correcto dirigirse a ellos en el lenguaje más sencillo, pues la
elocuencia de la verdad motiva la convicción del alma. Tanto al
educado como al ignorante, hay que hablarles en el lenguaje más
sencillo y simple. Los defensores de la verdad deben aprender del
Redentor del mundo, e imitar al más grande Maestro que el mundo
haya conocido, quien habló como ningún hombre jamás habló.
Aunque el lenguaje de Cristo era sencillo, los más educados
eran fascinados con su manera de enseñar, y los ignorantes saca-
ban siempre provecho de sus discursos. Empleaba ilustraciones de
las costumbres y experiencias de la vida diaria, y siempre que sus
oyentes miraban las cosas familiares de la naturaleza, las palabras de
Cristo venían a sus mentes. Sacaba ilustraciones de las aves del aire,
los lirios del campo, la semilla, el pastor y las ovejas, y diferentes co-
sas comunes que ocurrían en la vida diaria. Estas eran las lecciones
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de Cristo hechas simples para la comprensión de la gente. La ins-
trucción de gran importancia estaba ligada al círculo más pequeño,
y era tan claramente presentada que nadie necesitaba malentenderla.
Sólo los escribas y los fariseos se quejaron de tener dificultad en