Página 224 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
presentadas; entonces, si Cristo es presentado como Salvador del
mundo, la semilla sembrada brotará y dará fruto para la gloria de
Dios. Pero a menudo la cruz del Calvario no es presentada a la gente.
Puede ser que algunos estén escuchando el último sermón de su
vida, y la áurea oportunidad sea perdida para siempre. Si Cristo y
su amor redentor hubiesen sido proclamados en conexión con la
teoría de la verdad, dichas personas podrían haber sido ganadas para
él.—
Obreros Evangélicos, 166
.
La oratoria—Las palabras
En un lenguaje sencillo, con un fervor que conmueva, pre-
sente la verdad tal como es en Jesús
—Los ministros necesitan
usar una forma más clara y sencilla para presentar la verdad como
es en Jesús. ... Los que descuidan esta parte de la obra, necesitan
convertirse ellos mismos antes de aventurarse a dar un discurso.
Aquellos cuyo corazón está lleno del amor de Jesús, con las pre-
ciosas verdades de su Palabra, podrán sacar de la tesorería de Dios
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cosas nuevas y viejas. No encontrarán tiempo para relatar anécdo-
tas; no se esforzarán por llegar a ser oradores que se remonten tan
alto que no puedan llevar a la gente consigo, sino que en lenguaje
sencillo, con fervor conmovedor, presentarán la verdad tal como es
en Jesús.—
Mensajes Selectos 1:184
.
Las palabras de los ministros deben ser bien elegidas; su
mensaje sólido
—El comportamiento de un ministro que ocupa el
púlpito debiera ser circunspecto, no descuidado. No debiera ser ne-
gligente en su actitud. Debiera ser ordenado y fino en el más alto
sentido. Dios requiere esto de los que aceptan una obra de tanta
responsabilidad como es la de recibir las palabras de su boca y co-
municarlas a la gente, advirtiendo y reprendiendo, corrigiendo y
consolando, según sea necesario. Los representantes de Dios en la
tierra debieran estar en comunión diaria con él. Sus palabras debie-
ran ser escogidas y su hablar correcto. Debieran descartarse para
siempre las palabras precipitadas que usan con frecuencia los mi-
nistros que no predican el Evangelio con sinceridad.—
Testimonios
para la Iglesia 2:622
.