Página 237 - El Ministerio Pastoral (1995)

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La disciplina eclesiástica
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tro, sino que trae un desastre sobre la gente. Aquel que no lastima la
complacencia espiritual propia de la gente es casi deificado por ellos,
mientras que un devoto, fiel siervo de Dios, que expone claramente
los errores de los miembros de iglesia, es tenido como imperfecto,
porque él no ve lo que ellos suponen son sus méritos personales. Re-
prueba errores que en realidad existen, y esto es considerado como
una indignidad, y su autoridad e instrucción son echadas a un lado
y pisoteadas por los hombres. Estas maneras extremas de catalogar
a los ministros se hallan entre los profesos hijos de Dios; y ¿quién
examinará ahora sus corazones, y tierna, fervorosa y fielmente pon-
drá estas cosas en orden?—
The Review and Herald, 25 de julio de
1893
.
Los pastores deben sentir una carga por las deficiencias de
carácter en sus miembros
—Aquí hemos presentado ante nosotros
la obra del que ha de abrir las Escrituras ante otros. Es una obra
solemne, y todos los que se comprometan a hacerla deben ser hom-
bres de oración. No es suficiente para el ministro pararse detrás del
púlpito y hacer una presentación de las Escrituras. Su obra apenas
ha comenzado. Hay una obra pastoral que realizar, y esto significa
la de reprender y exhortar con toda paciencia y doctrina; es decir, él
debe presentar la Palabra de Dios, para mostrar en donde hay una
deficiencia. Si hay algo en el carácter de los profesos seguidores de
Cristo, la carga ciertamente debe pesar sobre el ministro, y no debe
subyugar a los herederos de Dios. Tratar con la mente humana es el
trabajo más delicado que jamás se le haya encomendado al hombre
mortal.—
Sermons and Talks, 61
.
Dios no reconocerá como sus pastores a aquellos que hablan
de cosas lisonjeras
—En este tiempo terrible, justo antes que Cristo
venga por segunda vez, los fieles predicadores de Dios tendrán que
dar un testimonio aun más firme que el de Juan el Bautista. Una obra
responsable e importante está ante ellos; y aquellos que hablen cosas
lisonjeras, no serán reconocidos por Dios como pastores suyos. Una
terrible maldición recae sobre ellos.—
Testimonies for the Church
1:321
.
La disciplina de la iglesia es una parte desagradable pero
necesaria del ministerio
—Pablo recomendó a Timoteo que “predi-
ques la Palabra”, pero había aún algo más que hacer,—“redarguye,
reprende y exhorta, con toda paciencia y doctrina”. Esta obra no