Página 260 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
ayudando al necesitado, hablando palabras de consuelo al desalen-
tado y a los de poca fe. Cerca y lejos, las almas son aplastadas por
un sentimiento de culpabilidad. No son las penas, las luchas, o la
pobreza lo que rebaja y degrada a la humanidad. Es el sentimiento
de culpabilidad; el hacer lo malo. Esto trae intranquilidad e insatis-
facción. A Jesús le agradaría que sus hijos ministrasen a las almas
enfermas de pecado. Aquellos que son fuertes deben llevar las fla-
quezas de los débiles hasta que se fortalezcan.—
The Review and
Herald, 19 de julio de 1898
.
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Al visitar al desanimado, lleve un rostro alegre, palabras de
esperanza y un apretón de manos
—La misión de Cristo fue sanar
a los enfermos, alentar a los desesperanzados, vendar a los quebran-
tados. Esta labor de restauración debe ser hecha entre los dolientes
necesitados de la humanidad. Dios no solamente pide vuestra cari-
dad sino vuestro semblante alegre, vuestras esperanzadas palabras, el
apretón de vuestra mano. Aliviad a algunos de los afligidos de Dios.
Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles la
luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad por
ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra
de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede
alcanzar, ninguna medicina puede curar. Orad por estas [almas] y
traedlas a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presen-
te para impresionar los corazones humanos.—
El Ministerio de la
Bondad, 75
.
La oscuridad de los miembros desalentados puede ser disi-
pada si son guiados a trabajar por aquellos más necesitados que
ellos
—Nuestros ministros pueden visitar nuestras iglesias, y pueden
ofrecer oraciones públicas a Dios para consolar a los acongojados,
pidiéndole que disipe las dudas de sus mentes, y vierta luz sobre sus
corazones oscurecidos. Pero esto no será tan efectivo en ayudar a
estos acongojados, incrédulos, cargados de pecados, como guiarlos
a trabajar por aquellos que son más necesitados que ellos. La os-
curidad será disipada si pueden ser guiados a ayudar a otros.—
The
Review and Herald, 5 de mayo de 1904
.