Página 311 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El liderazgo de los jóvenes
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mientras que sus propios hijos son extraños al Salvador y su amor.
Muchos padres confían al pastor o al maestro de la escuela sabática
la obra de ganar a sus hijos para Cristo; pero al hacerlo descuidan su
propia responsabilidad recibida de Dios. La educación y preparación
de sus hijos para que sean cristianos es el servicio de carácter más
elevado que los padres puedan ofrecer a Dios. Es una obra que
demanda un trabajo paciente, y un esfuerzo diligente y perseverante
que dura toda la vida. Al descuidar este propósito demostramos ser
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mayordomos desleales. Dios no aceptará ninguna excusa por tal
descuido.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 153
.
Los ministros y los miembros deben secundar los esfuerzos
de los padres
—Dedique la iglesia un cuidado especial a los cor-
deros del rebaño, ejerciendo toda influencia de que sea capaz para
conquistar el amor de los niños y vincularlos con la verdad. Los
pastores y los miembros de la iglesia deben secundar los esfuerzos
que hacen los padres para conducir a los niños por sendas seguras.
El Señor está llamando a los jóvenes, porque quiere hacer de ellos
auxiliadores suyos que presten buen servicio bajo su bandera.—
El
Hogar Cristiaano, 326
.
Los padres que han tenido éxito deben ministrar a otros jó-
venes en la iglesia
—Los cristianos manifiestan un profundo interés
en [los niños] que los rodean, quienes a causa de las sutiles tenta-
ciones del enemigo, están listos para perecer. Padres y madres, si
habéis guardado a vuestros propios hijos de las trampas del enemigo,
contemplad a vuestro alrededor para salvar a las almas de los hijos
que no han tenido este cuidado.—
Nuestra Elavada Vocacion, 123
.
Entrenados para servir
Los jóvenes, correctamente instruídos, serán fervientes
obreros para el Maestro
—Los jóvenes y las señoritas deben ser
educados para el servicio en la causa de Dios. El Señor escoge a los
jóvenes porque son de cuerpo fuerte y de mente vigorosa; y si los
jóvenes son correctamente instruidos, serán fervientes obreros para
el Maestro. Dios será el consejero de los jóvenes si depositan su
confianza en él; los aceptará, y los elevará para ser colaboradores con
él, si ellos se rinden en sumisión total a su voluntad.—
The Review
and Herald, 24 de marzo de 1891
.