Página 320 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
mientras enseñaba a sus seguidores por el camino. Sus vestidos
estaban polvorientos y manchados, y su apariencia no era halagado-
ra. Pero las verdades claras y sencillas que brotaban de sus labios
divinos hacían que pronto sus oyentes olvidaran su apariencia, y se
sintieran encantados, no con el hombre, sino con la doctrina que
enseñaba.—
Testimonies for the Church 4:373
.
El buen pastor busca diligentemente a las ovejas perdidas y
las recibe amorosamente de vuelta al redil
—Tengo un mensaje
para aquellos que laboran en el ministerio. Al Señor no le ha agra-
dado el trabajo hecho, y no lo acepta de vuestras manos por haber
descuidado lo que es más importante para la salvación de las almas y
para la salud de la iglesia. El ministro ha de ser un pastor. ... El deja
a las noventa y nueve en el redil; no importa cuan negra y tempes-
tuosa la noche, o cuan peligroso o desagradable el camino, o cuan
larga y tediosa la búsqueda, él no se fatiga, no se da por vencido,
hasta encontrar la perdida. Y cuando la encuentra, ¿actúa indife-
rente? ¿Llama a la oveja, y le ordena a la extraviada que lo siga?
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¿La amenaza o la golpea, o la empuja delante de él, recordándole la
amargura, decepción y ansiedad que ha sufrido por su culpa? No; él
coloca a la oveja cansada, exhausta, extraviada sobre sus hombros, y
con gozosa gratitud porque su búsqueda no ha sido en vano, la lleva
de vuelta al redil. Su gratitud halla expresión en cantos melodiosos
de regocijo, y los coros celestes responden a las notas gozosas del
pastor. Cuando la perdida es hallada, el cielo y la tierra se unen en
regocijo y agradecimiento.—
The Review and Herald, 23 de agosto
de 1892
.
El predicador-maestro
El ministerio de Jesús consistió no sólo en predicar, sino en
educar a la gente
—Debemos tratar de seguir más estrechamente el
ejemplo de Cristo, el gran Pastor, mientras trabajaba con su grupito
de discípulos, estudiando con ellos y con la gente las Escrituras del
Antiguo Testamento. Su ministerio activo consistía no solamente
en sermonear, sino en educar a la gente. Cuando pasaba por las
aldeas, entablaba relaciones personales con la gente en sus hogares,
enseñando y ministrando a sus necesidades. Cuando las multitudes
que lo seguían aumentaban, cuando llegaba a un lugar adecuado, les