Página 42 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
guien que necesitaba simpatía humana. Muchos de nosotros estamos
dispuestos a servir a ciertas personas, a quienes honramos, pero a
otros, a quienes Cristo nos haría una bendición si no fuera porque
somos tan indiferentes, tan faltos de bondad y egoísmo, los pasa-
mos como indignos de nuestra atención. Nosotros no los ayudamos,
aunque es nuestro deber hacerlo y sobrellevar su rudeza, mientras
buscamos cultivar en ellos los rasgos de carácter opuestos.—
The
Review and Herald, 12 de abril de 1887
.
Una actitud positiva
Sea jovial y alegre sin caer en la liviandad o frivolidad
—La
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conversación juguetona, bromista y mundana pertenece al mundo.
Los cristianos que tienen la paz de Dios en sus corazones, serán
joviales y alegres sin caer en la liviandad o frivolidad. Mientras
velan en oración, tendrán una serenidad y paz que los elevará por
encima de todo lo superfluo.—
Testimonies for the Church 3:241
.
La duda y la incredulidad, que resultan de circunstancias
desfavorables, indican problemas espirituales
—No se necesita
mayor evidencia de que una persona está muy lejos de Jesús, y está
descuidando la oración secreta y la piedad personal, que el hecho
de que exprese dudas y descreimiento porque está en un ambiente
desfavorable. Tales personas no tienen la religión pura, verdadera,
inmaculada de Cristo. Tienen un objeto espurio que el proceso de
refinación consumirá completamente como escoria. Tan pronto como
Dios los prueba, y prueba su fe, ellos vacilan, inclinándose primero a
un lado y luego al otro. No tienen el objeto genuino que Pablo poseía,
quien podía gloriarse en la tribulación “sabiendo que la tribulación
produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones”. Tienen una religión circunstancial. Si todos
a su alrededor son fuertes en fe y confianza en el éxito final del
mensaje del tercer ángel, y no reciben ninguna influencia en contra,
entonces, parecen tener alguna fe. Pero tan pronto como la causa
parece sufrir alguna adversidad, y el trabajo avanza lentamente, y se
necesita la ayuda de todos, estas pobres almas, aunque sean profesos
ministros del Evangelio, esperan que todo termine en la nada. Son un