Las características de un pastor
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beber primero de esa fuente. Debe ver el infinito sacrificio hecho
por el Hijo de Dios para salvar al hombre caído, y su propia al-
ma debe estar imbuida con ese espíritu de amor que no muere. Si
Dios nos escoge para hacer un trabajo difícil, debemos realizarlo
sin murmurar. Si el camino es difícil y peligroso, es el plan de Dios
que lo sigamos con mansedumbre y suplicarle que nos fortalezca.
Debemos aprender la lección de la experiencia de algunos ministros,
que comparativamente no han sufrido nada de dificultades y pruebas,
sin embargo, se ven a sí mismos como mártires. Todavía tienen que
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aprender a aceptar con agradecimiento la manera cómo Dios escoge,
recordando al Autor de nuestra salvación. El trabajo del ministro
debe ser realizado con presteza, energía, y con un celo mayor que el
se usa para los negocios, siendo que la labor es mucho más sagrada
y los resultados más trascendentales.—
Testimonies for the Church
4:442
.
La compasión
Los pastores necesitan rasgos de carácter de bondad y com-
pasión
—Hermano A, usted necesita trabajar con la máxima dili-
gencia para controlar el yo y desarrollar un carácter en armonía con
los principios de la Palabra de Dios. Necesita educarse y entrenarse
para poder llegar a ser un pastor de éxito. Usted necesita cultivar un
buen temperamento—rasgos de carácter tales como bondad, alegría,
vivacidad, generosidad, piedad, cortesía y compasión. Debe vencer
ese espíritu malhumorado, intolerante, cerrado, censurador y arro-
gante. Si usted está conectado con la obra de Dios necesita batallar
fuertemente consigo mismo y conformar su carácter al del divino
Modelo.—
Testimonies for the Church 3:420
.
Semejante a Cristo significa vivir en amor y servir—
especialmente al indeseable
—¡Qué hermosa reverencia demostró
Jesús hacia la vida humana en la misión de su vida! El se presen-
tó ante la gente no como un rey exigiendo atención, reverencia y
servicio, sino como alguien que deseaba servir, para levantar a la
humanidad. El dijo que no había venido para ser servido, sino para
servir. Estoy segura que la gran lección del perdón debe ser aprendi-
da perfectamente por todos nosotros, y debemos practicar las gracias
cristianas. Doquiera que Jesús vio a un ser humano, vio en él a al-