Capítulo 11—Las finanzas personales
Los que no califican para manejar sus propios negocios no
son idóneos para el ministerio
—Nadie resulta excusable por ca-
recer de capacidad financiera. De muchos hombres se puede decir:
el tal es bondadoso, amable, generoso, hombre bueno y cristiano;
pero no está capacitado para manejar sus propios asuntos. Cuando
se trata de desembolsar recursos, no es más que un niño. Sus padres
no le enseñaron a comprender y practicar los principios del sostén
propio. Un hombre tal no es idóneo para el ministerio.—
El Hogar
Cristiano, 79 (1894)
.
Rehuse ocuparse en negocios que puedan impedirle dedicar-
se por completo a su sagrado llamamiento
—El ministro necesita
todas sus energías para su alta vocación. Sus mejores facultades per-
tenecen a Dios. No debe envolverse en especulaciones ni en ningún
otro negocio que pueda apartarlo de su gran obra. “Ninguno que
milita—declaró Pablo—se embaraza en los negocios de la vida, a
fin de agradar al que lo tomó por soldado”.
2 Timoteo 2:4
. Así re-
calcó el apóstol la necesidad del ministro de consagrarse sin reserva
al servicio del Señor. El ministro enteramente consagrado a Dios
rehusa ocuparse en negocios que podrían impedirle dedicarse por
completo a su sagrada vocación. No lucha por honores o riquezas
terrenales; su único propósito es hablar a otros del Salvador, que se
dio a sí mismo para proporcionar a los seres humanos las riquezas
de la vida eterna. Su más alto deseo no es acumular tesoros en este
mundo, sino llamar la atención de los indiferentes y desleales a las
realidades eternas. Puede pedírsele que se ocupe en empresas que
prometan grandes ganancias mundanales, pero ante tales tentaciones
responde: “¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo,
y perdiere su alma?”
Marcos 8:36
.—
Los Hechos de los Apóstoles,
294, 295
.
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No podemos envolvernos en otro negocio sin restarle vigor
y fuerza a nuestra labor en la causa de Dios
—Los hábitos equi-
vocados de vida han mermado nuestra sensibilidad mental y física.
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