Página 92 - El Ministerio Pastoral (1995)

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El Ministerio Pastoral
emplear a esas mujeres? ¿No se sentirían defraudadas si no se les
pagase?
Este asunto no deben resolverlo los hombres. El Señor ya lo ha
resuelto. Debéis cumplir vuestro deber con las mujeres que trabajen
en el Evangelio, cuya obra testifique que son indispensables para
llevar la verdad a las familias. Su obra es justamente la que debe
hacerse. En muchos sentidos una mujer puede impartir a sus herma-
nas un conocimiento que los hombres no pueden darles. La causa
sufriría una gran pérdida sin esa clase de labor. Vez tras vez el Señor
me ha mostrado que las maestras son tan grandemente necesitadas
para la obra para la cual Dios las ha elegido como los maestros. Ellas
no deben sentirse presionadas por los sentimientos y reglas de otros
para depender de donaciones para su salario, como tampoco lo son
los ministros.—
Manuscript Releases 5:324, 325
.
Los ministros reciben salario. ¿Deberá tenerse por inútil la
labor de su esposa?
—El ministro recibe paga por su trabajo, y así
debe ser. Y si el Señor da a la esposa, así como al esposo la carga
de trabajar, y ella dedica su tiempo y fuerza a visitar las familias
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y abrirles las Escrituras, aunque las manos de la ordenación no
le hayan sido impuestas, está haciendo una obra que pertenece al
ministerio. Entonces, ¿deben tenerse por inútiles sus labores?—
Obreros Evangélicos, 467
.
El Señor tiene una obra para las mujeres
—El Señor tiene
una obra para las mujeres así como para los hombres. Ellas pueden
ocupar sus lugares en la obra del Señor en esta crisis, y él puede
obrar por su medio. Si están imbuidas del sentido de su deber, y
trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán justamente
el dominio propio que se necesita para este tiempo. El Salvador
reflejará, sobre estas mujeres abnegadas, la luz de su rostro, y les
dará un poder que exceda al de los hombres. Ellas pueden hacer en
el seno de las familias una obra que los hombres no pueden realizar,
una obra que alcanza hasta la vida íntima. Pueden llegar cerca de los
corazones de las personas a quienes los hombres no pueden alcanzar.
Se necesita su trabajo.—
El Evangelismo, 340
.
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