Capítulo 10—Importancia de la economía
Práctica de la economía en las instituciones
—Nuestras ins-
tituciones se establecieron para servir como medios eficaces para
hacer progresar la obra de ganar almas. Los que se relacionan con
ellas deben analizar la manera de ayudarlas y no cómo pueden ex-
traer lo más posible de la tesorería. Si toman más de lo que es debido,
atrasan la causa de Dios. Que todos los que se relacionan con estas
instituciones digan: “No exigiré una cantidad elevada como mi sa-
lario, porque eso sería robar de la tesorería, y la proclamación del
mensaje de misericordia sufriría atraso. Debo practicar la economía.
Los que trabajan en el campo de labor están haciendo una obra que
es tan esencial como la que yo hago. Debo hacer todo lo que puedo
para ayudarles. Estoy manejando los recursos de Dios, y haré lo
que Cristo habría hecho en mi lugar. No gastaré dinero en lujos. Me
acordaré de los obreros del Señor que trabajan en el campo misio-
nero. Ellos tienen más necesidad de recursos que yo. En su obra se
ponen en contacto con mucha pobreza y aflicción. Deben alimentar
a los hambrientos y vestir a los desnudos. Debo limitar mis gastos
para poder participar en su obra de amor.—
Manuscrito 19, 1903
.
Juntad los fragmentos
—Haced un presupuesto adecuado para
las publicaciones, y que todos en nuestras casas editoras procuren
economizar en toda forma posible, aunque esto cause inconvenientes
considerables. Vigilad los gastos pequeños. Detened toda fuga de
[117]
dinero. Son las pérdidas pequeñas las que pesan considerablemente
al final. Juntad los fragmentos y que nada se pierda. No desperdiciéis
los minutos en conversaciones, porque los minutos malgastados
echan a perder las horas. La diligencia perseverante y el trabajo con
fe son esfuerzos que siempre serán coronados con el éxito.
Algunos creen que preocuparse por las cosas pequeñas no es
algo que corresponde a su dignidad. Piensan que es una evidencia
de mente estrecha y de un espíritu mezquino. Pero los agujeros
pequeños han hundido muchas embarcaciones. No debiera desperdi-
ciarse ninguna cosa que podría prestar servicio a otro. La falta de
97