Página 105 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Importancia de la economía
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una institución no debiera adoptar ninguna medida para publicar
nuevas ediciones sin consultar con los que todavía disponen de
muchos libros de la edición anterior. En todo lo que se haga se debe
manifestar vigilancia para no efectuar transacciones que produzcan
pérdidas a nuestras instituciones. En todas nuestras transacciones
debemos actuar con equidad y juicio santificado.—
Carta 229, 1903
.
[121]
Fidelidad en las tareas asignadas
—Los obreros debieran llevar
a Jesús con ellos en cada departamento donde trabajan. Todo lo que
hagan deben realizarlo con tal exactitud y escrupulosidad que pasen
la inspección. Hay que poner el corazón en el trabajo. La fidelidad
es tan indispensable en los deberes comunes de la vida como en los
que exigen mayor responsabilidad. Algunos pueden pensar que su
trabajo no los ennoblece; pero eso es lo que eligieron hacer. Sólo
ellos son capaces de degradar o elevar su empleo. Quisiéramos que
cada zángano se sienta compelido a trabajar para obtener su pan de
cada día; porque el trabajo es una bendición y no una maldición.
El trabajo diligente nos ayudará a evitar muchas de las trampas de
Satanás, quien “siempre encuentra alguna cosa mala para las manos
ociosas”.
Ninguno de nosotros debe avergonzarse del trabajo, por pequeño
o servil que parezca. El trabajo dignifica. Todos los que trabajan
con la mente o las manos son obreros. Y todos cumplen su deber y
honran su religión, tanto cuando trabajan en la pila de lavar la ropa
o lavan la vajilla en la cocina, como cuando asisten a una reunión
administrativa. Mientras las manos están ocupadas en el trabajo
más común, la mente puede ser elevada y ennoblecida por medio de
pensamientos puros y santos. Cuando un obrero manifiesta falta de
respeto por las cosas religiosas, debiera ser despedido del trabajo.
Que nadie suponga que la institución depende de ellos.
Los que han estado empleados durante mucho tiempo en nuestras
instituciones ahora debieran ser obreros responsables, dignos de
confianza en cualquier parte, tan fieles al deber como la brújula
al polo. Si hubieran aprovechado debidamente sus oportunidades,
ahora podrían tener caracteres simétricos, y una experiencia profunda
y dinámica en las cosas religiosas. Pero algunos de estos obreros se
han separado de Dios. Han puesto de lado la religión, y ésta no se
ha convertido en un principio entretejido en su personalidad y que
actúe como ancla del alma, cuidadosamente alimentado dondequiera