Página 111 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Relación entre la casa editora y la iglesia
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general, haya un lugar donde reinen la armonía y la unidad, porque
la Biblia es en él reconocida como guía de la vida. Comprenda el
pueblo de Dios que le incumbe la responsabilidad de sostener las
instituciones del Señor.
Hermanos y hermanas, agradaréis al Señor si os empeñáis de
todo corazón en ayudar a la imprenta con vuestras oraciones y
vuestro dinero. Orad cada mañana y cada noche para que ella reciba
las más ricas bendiciones de Dios. No estimuléis las críticas ni las
murmuraciones, ni dejéis escapar de vuestros labios una sola queja;
recordad que los ángeles las oyen. Cada uno debe ser inducido a
comprender que estas instituciones nacieron por voluntad de Dios.
Los que las denigren por servir a sus propios intereses deberán dar
cuenta de ello a Dios. El Señor quiere que todo lo relacionado con
su obra sea considerado como sagrado...
Cada institución tendrá que luchar con dificultades. Estas son
permitidas para que sea probado el corazón de los hijos de Dios.
Al alcanzar la adversidad a una de las instituciones del Señor es
cuando se manifiesta la fe verdadera que tenemos en Dios y en su
obra. En un tiempo como ése, no considere nadie las cosas bajo
su luz más desfavorable; ni exprese nadie pensamientos de duda
o incredulidad. No critiquéis a aquellos que llevan la carga de la
responsabilidad. No permitáis que vuestras conversaciones en la
familia sean envenenadas por la crítica de los obreros del Señor. Los
padres que se permiten este espíritu de crítica, no ponen delante
de sus hijos lo que los pueda hacer sabios para salud. Sus palabras
tienden a perturbar la fe y la confianza, no sólo de los hijos, sino
también de las personas de mayor edad.
Todos carecen ya demasiado de respeto y reverencia para las
cosas sagradas. Satanás se apresurará a cooperar celosamente con
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quien critique para provocar la incredulidad, la envidia, los celos
y la falta de respeto. Satanás obra siempre para impregnar a los
hombres de su espíritu, para apagar el amor que debiera cultivarse
cuidadosamente entre hermanos, para destruir la confianza, para
excitar los celos, las sospechas y las disputas. ¡Ojalá no nos hallemos
entre sus colaboradores! Un solo corazón abierto a su influencia
puede esparcir muchas semillas de enemistad. Hasta puede realizarse
una obra cuyas consecuencias, la ruina de las almas, no se conocerán
nunca completamente antes del gran día final.