Página 119 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Relación entre la casa editora y la iglesia
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Durante la noche recibí instrucciones acerca de la mejor forma
de manejar esta crisis. Ahora nuestra obra es muy extensa; hay que
publicar muchos libros nuevos, y debemos manejar con sabiduría
todos los sectores de la obra. Debemos hacer lo mejor posible para
animar a las casas editoras en los Estados Unidos y en países extran-
jeros. Si yo, como autora, asumiera la responsabilidad de publicar
mis libros por cuenta propia, acarrearía desánimo a las casas editoras.
Hemos instado a sus administradores que dejen de hacer trabajos
comerciales, y así lo han hecho. Si ahora introducimos confusión en
la obra de publicación de libros para el público, eso les daría ocasión
a reiniciar el trabajo comercial, lo que produciría atrasos y estorbo a
la obra de llenar el mundo con nuestras publicaciones.
En este período de nuestra obra debemos cuidar cada paso que
demos en relación con la publicación de nuestros libros..
Fui instruida por Uno investido de autoridad acerca de que nues-
tra obra debe llevarse a cabo concienzudamente por nuestro propio
pueblo creyente. Debemos unir sólidamente nuestras fuerzas y tra-
bajar para gloria de Dios, multiplicando la evidencia de la verdad
en toda forma posible. El Señor Dios es nuestro Consejero. Cristo
es nuestro Mediador y Salvador. Debemos traer a la obra a toda
persona que sienta que ha sido elegida por Dios para hacer, no un
trabajo comercial común, sino una obra que emita luz y verdad,
verdad bíblica, al mundo.—
Carta 72, 1907
.
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Publicad libros que fortalezcan la causa
—La habilidad que
tiene nuestro pueblo para hacer circular las publicaciones es un
talento precioso del que se nos pedirá que rindamos cuentas. No
debemos efectuar una obra que producirá ganancias a personas que
han abandonado la fe y que trabajan contrariando el ministerio
designado por Dios. Algunos presentarán razones halagadoras para
que los agentes hagan circular sus libros. Que nuestro pueblo se
ponga en guardia. Una parte de las ganancias producidas por los
libros vendidos por los colportores, debiera emplearse para reforzar
la obra de nuestras casas editoras.
En lugar de dedicarnos a una obra que pondrá dinero en las
manos de los que hacen una obra de oposición, permitamos que
nuestros distribuidores de libros dediquen su atención a los libros
que están llenos con el mensaje evangélico para este tiempo, el