Página 118 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
a pensar que nuestras casas editoras han estado cobrando precios
exorbitantes por su trabajo...
Sería un grave error poner en práctica métodos referentes a
la publicación y la venta de nuestros libros que perjudicaran su
influencia. Por lo tanto, le digo que no sería prudente, mi hermano,
llevar a cabo planes que algunos considerarían contrarios a lo que
debe ser una práctica comercial leal en la venta de nuestros libros.
Por lo tanto no puedo dar mi consentimiento para que ninguno
de mis libros se maneje en este momento en la forma que usted
sugiere.—
Carta 94, 1908
.
El error de menoscabar la confianza en los demás
—El Señor
me dijo hace varias semanas que el Hno. A estaba haciendo una
obra que Dios no le había encomendado. Envié este mensaje al
concilio efectuado en Battle Creek. El Hno. B no fue designado
por Dios para que se uniera con el Hno. A para hacer ese trabajo.
Estos hermanos no han sido instruidos por el Señor para que dejen
sobre las mentes de los obreros de Sudáfrica la impresión de que la
Compañía Publicadora Echo [Casa Editora Australiana] procuraba
egoístamente sacar ventaja injusta de los hermanos sudafricanos.
Los hombres deben ser muy cuidadosos para no dejar la impresión
sobre las mentes de sus hermanos de que los obreros del Señor
que trabajan en cierto lugar están llevando a cabo sus transacciones
comerciales egoístamente y con falta de honradez. Esas impresiones
significan mucho. Cuando algunos de nuestros hermanos acusan a
los que dirigen las casas editoras, se arroja una sombra sobre los
administradores de la institución.—
Carta 212, 1902
.
Tentación a pasar por alto las instituciones de Dios
—Ayer,
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un obrero me hizo la sugerencia sobre la posibilidad de entregar mis
libros a agentes que operan en lugares donde circulan escasamente.
Así recibiría entradas considerables de dinero. Presenté el asunto a
mi hijo W. C. White tal como se había sugerido. El me manifestó
su parecer acerca de la propuesta. Me dijo en conclusión: “Madre, a
menos que recibas instrucciones especiales del Señor, te aconsejo
que no adoptes nuevas iniciativas. Esto acarrearía confusión a otros
y preocupaciones y obligaciones adicionales a ti misma; y ya tienes
inquietudes y cargas más que suficientes. En toda nueva iniciativa
debemos considerar los intereses de la totalidad de la obra”.