Página 132 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
editoras, nunca más debía repetirse. Hacer esas proposiciones era
más como volver a Egipto que ir hacia Canaán.
Según la luz que se me había dado, yo sabía que un cambio
como el que proponía el orador llevaría a la obra de publicaciones un
poder predominante que reclamaría jurisdicción sobre la totalidad
del campo. Este no es el plan de Dios.—
Manuscrito 140, 1902
.
Justicia rigurosa e imparcial
—No deben ofrecerse favores o
atenciones especiales a unos pocos; no se prefiera a unos sobre
otros. Esto desagrada a Dios. Que todos recuerden estas palabras
de la inspiración: “La sabiduría que es de lo alto es primeramente
pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y
de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”.
Santiago 3:17
.
Cuando pasa junto a alguien que necesita su simpatía y sus actos de
bondad, y usted concede sus favores a otros simplemente porque los
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considera personas más agradables, recuerde que Jesús es insultado
en la persona de sus seres afligidos...
Los magullados y heridos, los cojos del rebaño, se encuentran
entre nosotros, y ponen a prueba el carácter de los que pretenden
ser hijos de Dios. El Señor no excusará al pecador. Nunca aprobará
la parcialidad en favor de los ricos o la opresión de los débiles.
Requiere justicia rigurosa e imparcial; más que esto, él requiere que
sus seguidores siempre manifiesten compasión hacia los sufrientes y
piedad y amor por los errantes.—
Carta 74, 1896
.
Dios protege los intereses de cada alma
—El Señor Dios del
cielo, quien creó nuestro mundo y al hombre, protege los intereses
de cada alma. A cada persona ha dado su trabajo. Somos colabora-
dores juntamente con Dios. Hay diversidad de dones, y cada persona
debiera apreciar el capital moral y espiritual que Dios le ha confia-
do; nadie debiera tratar con indiferencia estos talentos, pero nadie
es responsable por los talentos que no ha recibido. Nadie debiera
quejarse por la insignificancia de sus dones. Cada uno debe negociar
con lo que Dios le confió y trabajar donde pueda, prestando el me-
jor servicio posible al Maestro. Un talento bien usado ganará otros
talentos, y éstos ganarán otros más. El hombre que tiene algunos
centavos puede servir fielmente a Dios con su dinero. Si lo hace, será
juzgado tan fiel ante la vista de Dios como aquel que ha invertido
una cantidad considerable de dinero.