Página 133 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

No un liderazgo monárquico, sino semejante al de Cristo
129
Pero todos deben comprender que tienen una responsabilidad
individual de emplear sus talentos para gloria de Dios según su
habilidad. Que ningún hombre o asamblea de hombres asuma la
responsabilidad de extraer lo menos posible de esos talentos, de
acuerdo con su estimación humana de las calificaciones confiadas
por Dios. Ningún hombre debe pesar en la balanza del juicio humano
los talentos que Dios ha concedido a otros hombres. Que cada uno
aprecie por sí mismo los dones de Dios y comercie fielmente con
ellos. Ningún hombre debe fundir su individualidad con la de ningún
otro hombre. Ningún hombre debiera ser instado a convertir en su
mayordomo a otro hombre. Hay diversidad de dones, y una gran obra
[154]
que debe hacerse en nuestro mundo en lo que concierne al uso de
los bienes confiados por Dios... Nunca olvidemos que estamos aquí
para ser formados por la mano de Dios, preparados para realizar la
obra que él nos ha encomendado. Esta obra es nuestra, y también la
responsabilidad es nuestra; por lo tanto no se pueden transferir a otra
persona. No permitamos que otros agentes humanos se interpongan
para tomar de las manos de Dios, con sus propias manos finitas, la
obra que él tiene para otra persona.—
Carta 55, 1895
.
Cómo ejercer autoridad
—Dios no aprobará ningún medio por
el cual un hombre, aun en el menor grado, domine u oprima a su
prójimo. La única esperanza para el hombre caído es contemplar
a Jesús, y recibirlo como su único Salvador; tan pronto como el
hombre comienza a formar una regla de hierro para otros hombres;
tan pronto como empieza a enjaezar a los hombres y a guiarlos
siguiendo los dictados de su propia mente, deshonra a Dios, y pone
en peligro su propia alma y las almas de sus hermanos...
El [Dios] espera que sus obreros sean bondadosos. ¡Cuánta
misericordia revela el trato de Dios! Véase
Deuteronomio 10:17-20
;
2 Crónicas 20:5-7, 9
;
1 Pedro 1:17
. Pero las reglas de Dios han sido
descuidadas, y se ha ofrecido fuego extraño ante el Señor...
Si un hombre, confiado en su propio poder, trata de ejercer domi-
nio sobre sus hermanos, pensando que está investido con autoridad
para convertir su voluntad en un poder dominante, el mejor y único
recurso de que se dispone es sacarlo de su cargo, para evitar que
cause un gran daño y él pierda su propia alma y ponga en peligro
las almas de otros. “Y todos vosotros sois hermanos”.
Mateo 23:8
...
Los que ejercen autoridad debieran manifestar el espíritu de Cristo.