Página 156 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

Basic HTML Version

152
El Ministerio de Publicaciones
ciones manuscritos que expongan la ciencia misma de Satanás. No
se dé nunca lugar en nuestras instituciones a obras que expongan las
perniciosas teorías del hipnotismo, espiritismo, romanismo y otros
misterios de iniquidad...
Los directores de nuestras instituciones necesitan comprender
que al aceptar sus puestos se hacen responsables del alimento inte-
lectual dado a los empleados mientras están en la institución. Ellos
son responsables del carácter de los impresos que salen de nuestras
prensas. Deberán dar cuenta de la influencia ejercida por la intro-
ducción de cosas que habrían de mancillar la institución, contaminar
el espíritu de los empleados o engañar al mundo.—
Joyas de los
Testimonios 3:164-167
.
Cuándo debieran rehusar trabajar los empleados
—En estos
asuntos, la responsabilidad descansa no solamente en los directores
sino también en los empleados. Tengo algo que decir a los obreros
de nuestras imprentas: Si amáis y teméis a Dios, os negaréis a tener
trato con el conocimiento contra el cual Dios previno a Adán. Nié-
guense los tipógrafos a componer una sola frase de estas cuestiones.
[181]
Niéguense los correctores de pruebas a leerlas, los impresores a im-
primirlas y los encuadernadores a encuadernarlas. Si se os pide que
os dediquéis a cosas de ese género, convocad a los empleados del
establecimiento a fin de que comprendan lo que ello significa. Los
que dirigen la institución pueden sostener que no sois responsables,
que a la dirección le toca tomar decisiones. Mas sois responsables
por el uso de vuestros ojos, de vuestras manos, de vuestra mente. Os
fueron confiados por Dios para que los empleéis en su servicio y no
en el de Satanás.
Cuando en nuestras casas editoriales se imprimen publicaciones
que contienen errores que combaten la obra de Dios, Dios tiene por
responsables no sólo a quienes permiten que Satanás tienda una
trampa a las almas, sino también a los que cooperan de una manera
u otra en la obra de tentación.
Hermanos míos, vosotros que ocupáis puestos de responsabili-
dad, cuidad de no enganchar a vuestros empleados al carro de la
superstición y la herejía. No permitáis que las instituciones estable-
cidas por Dios para esparcir la verdad y la vida, vengan a ser una
agencia para diseminar el error que destruye las almas.