Página 155 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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¿Publicación comercial o denominacional?
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Precios razonables
—En el esfuerzo que se ha hecho para ase-
gurar a nuestras imprentas una clientela que las saque de apuros
financieros, se han fijado precios tan bajos que su trabajo no les
reporta ningún beneficio. Los que se lisonjean de que hubo ganancia
no han llevado cuenta exacta de todos los gastos. No rebajéis los
precios simplemente para obtener trabajo. No aceptéis sino el trabajo
que os dejará una ganancia razonable.
Por otro lado, en nuestras transacciones comerciales no debe
haber siquiera una sombra de egoísmo o codicia. No se aproveche
nadie de la ignorancia o de la situación de un hombre para exi-
girle precios exorbitantes por el trabajo hecho o por la venta de
mercaderías. Se presentarán fuertes tentaciones de apartarse del ca-
mino recto; surgirán innumerables argumentos en favor de seguir las
prácticas del mundo y adoptar costumbres que en realidad son des-
honestas. Algunos pretenden que cuando se trata con personas faltas
de delicadeza, hay que conformarse a la costumbre y ser como ellas;
que si se fuese perfectamente íntegro sería imposible hacer negocios
y ganarse la vida. ¿Dónde está nuestra fe en Dios? Le pertenecemos
como hijos e hijas a condición de que nos separemos del mundo
y no toquemos lo inmundo. El Señor dirige estas palabras tanto a
sus instituciones como a cada cristiano individualmente: “Buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia”, y ha prometido de un
modo seguro que todas las cosas necesarias para la vida se nos darán
por añadidura
Joyas de los Testimonios 3:163, 164
.
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Impresos desmoralizadores
—Cuando nuestras casas editoras
hacen una gran cantidad de trabajo comercial, están expuestas al
peligro de tener que imprimir obras de valor dudoso...
El Señor no nos permite dedicarnos a la impresión o venta de
tales publicaciones, pues son agentes de destrucción para muchas
almas. Sé lo que escribo, pues esta cuestión me ha sido presentada
claramente. Que los que creen en el mensaje de nuestro tiempo no
se dediquen a semejante trabajo con la esperanza de ganar dinero. El
Señor pondría su maldición sobre el dinero así obtenido, y esparciría
más de lo que se hubiera juntado.
Hay otra clase de impresos más peligrosos que la lepra, más
mortíferos que las plagas de Egipto, contra los cuales deben preca-
verse constantemente nuestras casas editoriales. Al aceptar trabajos
de afuera, ellas deben cuidar que no se reciban en nuestras institu-