Página 210 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
de un mal que nadie sospechaba, podría suceder que algunos colpor-
tores rehusaran vender
El Deseado de todas las gentes
.—
Carta 76,
1900
.
Grabados en el ojo de la mente
—Se ha gastado una cantidad
extravagante de dinero en ilustraciones. Miles de dólares se han
desembolsado sin que eso haya redundado para glorificar a Dios.
Un gran número de ilustraciones en un libro hará que lo compren
algunas personas que no lo habrían adquirido de otro modo; pero el
beneficio obtenido no es igual a las desventajas. Dios puede formar
ilustraciones más hermosas y correctas, en el ojo de la mente, que
las que podría realizar el mejor artista que haya ofrecido al mundo
una representación de cosas celestiales.—
Carta 137, 1899
.
Ningún artista puede representar fidedignamente a Cristo
Un artista puede hacer lo mejor posible para representar las cosas que
sus ojos nunca han visto, pero sus representaciones están tan lejos
de la realidad que siento aflicción cuando las miro. Ni Dios, ni el
cielo, ni Cristo que es la imagen del Padre, pueden ser representados
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acertadamente por el genio artístico de un hombre. Si Dios hubiera
considerado aconsejable representar a Cristo de esta manera, su
persona habría sido descrita en los escritos apostólicos.
Se nos presenta a Cristo mediante las palabras del discípulo Juan:
Se cita.
Juan 1:1-14
.
Cristo debe serlo todo y en todos para el creyente. No debe
existir nada del yo, pero sí todo de Cristo, a quien pertenecemos por
creación y redención. El Espíritu Santo toma las excelencias más
atractivas de Aquel que es todo él codiciable, y las presenta de tal
forma que atrae la atención y recibe la mejor atención del corazón
renovado. Dios se propone que el Espíritu Santo mantenga frente al
ojo de la mente escenas que atraerán y absorberán todo lo que existe
del alma recién nacida. No necesitamos ninguna representación
externa de la persona de Cristo. La imaginación debe tomar al Hijo
unigénito del Padre, “lleno de gracia y verdad”, todo él codiciable,
señalado entre diez mil.—
Manuscrito 131, 1899
.
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