Página 227 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Escritores y derechos de autor
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hasta el último centavo que puedan obtener, y Dios se avergonzará
de llamarlos sus hermanos.
No abráis una puerta a través de la cual Satanás encuentre fácil
acceso. Queremos muchas almas sólidas y estables. Las ventanas del
alma siempre deben abrirse hacia el cielo. Debemos comprender que
el peligro es grande en la obra de reconsiderar los derechos de autor
pendientes y hacer restitución. Algunos autores que han recibido
todo el valor real de sus libros pensarán que ellos tienen un valor
muy superior a lo que realmente valen. Sus ventanas están abiertas
hacia la tierra y no hacia el cielo. Abrid las ventanas hacia el cielo
y dejad que entren los rayos de sol de la justicia de Cristo, y así se
cerrarán solas las ventanas que ahora miran hacia la tierra.
Ningún autor puede haber sido perjudicado financieramente más
que yo, cuando
El conflicto de los siglos
permaneció casi dos años
inactivo en los estantes de la casa editora. No se hizo nada por
hacerlo circular. El libro
Las hermosas enseñanzas de la Biblia
se introdujo a presión antes que
El conflicto de los siglos
. Este
estaba impreso y debió haberse colocado primero en manos de los
colportores porque contenía asuntos importantes que la gente debía
leer cuanto antes. Es como si se hubieran burlado de mí debido a mi
gran preocupación por ese libro y por lo que habría podido hacer si
no lo hubieran mantenido fuera del alcance de la gente. Personas con
influencia no santificada usaron métodos egoístas y sin principios.
Esta fue una transacción deshonesta en relación con mi persona, y
fue un acto de mayordomía infiel hacia Dios.
Pero no aceptaré ningún dinero como restitución. Acepté el
derecho de autor más bajo para mis libros, bajo la más solemne
promesa de que serían promovidos vigorosamente. Pero ellos no
cumplieron esta promesa. Hubo fraude en la administración. Pero
no quiero restitución; tampoco quiero aumento de derechos de autor
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para ninguno de mis libros vendidos en el pasado. Que Dios no
permita que bajo la fuerte presión y los escasos ingresos, yo extraiga
un solo centavo de los recursos dedicados a adelantar la obra.
He considerado que era mi deber, en una cantidad de casos, per-
donar deudas en que habían incurrido mis hermanos; ahora deseo
perdonar todas las deudas que la casa editora tiene conmigo, desde
la primera hasta la última. Insto a mis hermanos, a quienes la casa
editora les ha publicado libros grandes o pequeños, a que me acom-