Página 236 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
pación. Usted sugiere que si pagáramos sueldos más altos podríamos
contratar a personas de habilidad que podrían desempeñar importan-
tes cargos de confianza. Eso podría ser así, pero lamentaría mucho
ver a nuestros obreros trabajar por el sueldo que reciben. La causa
de Dios necesita obreros que hagan un pacto con él por medio del
sacrificio, que trabajen por amor a las almas y no por el sueldo que
reciben.
Su sentimiento concerniente a los sueldos, mi muy respetado
hermano, es el lenguaje del mundo. Servicio es servicio, y una clase
de trabajo es tan esencial como la otra. A cada persona se le da su
trabajo. Hay trabajo duro y exigente que se debe realizar, trabajo que
significa exigencias desagradables y que requiere habilidad y tacto.
En la obra de Dios, las facultades físicas tanto como las mentales
deben ponerse a contribución, y ambas son indispensables. Las unas
son tan necesarias como las otras. Si intentáramos trazar una línea
entre el trabajo mental y el físico, nos colocaríamos en una posición
muy difícil.
El experimento de pagar sueldos elevados se ha puesto a prueba
en las casas publicadoras. Algunas personas han recibido sueldos
elevados, mientras que otras que hacían un trabajo igualmente fuerte
y exigente, han recibido apenas lo necesario para sustentar a sus
familias. Sin embargo, las exigencias para ellos han sido igualmente
grandes, y con frecuencia estas personas han trabajado en exceso y
han estado agotadas, mientras otras, que no soportaban ni la mitad
de la misma carga, recibían el doble de salario. El Señor ve todas
las cosas, y ciertamente pedirá cuenta a los responsables, porque es
un Dios de justicia y equidad.
Los que tienen conocimiento de la verdad para este tiempo de-
bieran ser puros, limpios y nobles en todas sus transacciones co-
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merciales. Nadie entre los siervos de Dios debiera sentir hambre y
sed por ocupar las posiciones más elevadas de director o gerente.
Tales posiciones están cargadas de gran tentación.—
Consejos sobre
la Salud, 299, 300
.
Hombres que exageran sus propios méritos
—No puedo ex-
presar por escrito la profunda frustración que siento al considerar
lo que usted hubiera podido ser si hubiera usado y mejorado las
aptitudes y la capacidad que Dios le dio. Pero el Señor no puede
salvar a una persona cuyo deseo predominante es ganar la corona