Página 250 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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El Ministerio de Publicaciones
sido probados; y muchos otros hay a quienes Dios está probando
actualmente.
Después que Dios nos hubo probado en el horno de aflicción,
él levantó a mi esposo y le dio mayor claridad de mente y poder de
intelecto para planear y ejecutar que los que había tenido antes de su
aflicción. Cuando mi esposo sentía su propia debilidad y avanzaba
en el temor de Dios, el Señor era su fortaleza. Pronto en la palabra
y en la acción, él ha impulsado las reformas en momentos en que,
de no hacerlo, el pueblo habría languidecido. El ha hecho donativos
muy generosos, temiendo que sus medios resultaran una trampa para
él.—
Notas Biográficas de Elena G. de White, 269, 270
.
Evítese tener juntas a horas irrazonables
—Recuerden los que
asisten a reuniones de juntas que se encuentran con Dios, quien les ha
dado su obra. Reúnanse con reverencia y consagración de corazón.
Se reúnen para considerar asuntos importantes relacionados con la
causa de Dios. En todo detalle sus acciones deben demostrar que
desean comprender su voluntad acerca de los planes que se han de
trazar para el progreso de su obra. No malgasten un momento en
conversación sin importancia; porque los asuntos del Señor deben
dirigirse en forma perfecta y eficiente. Si algún miembro de una
junta es descuidado e irreverente, recuérdesele que está en presencia
de un Testigo que pesa todas las acciones.
[291]
Se me ha indicado que las reuniones de junta no agradan siempre
a Dios. Algunos han acudido a estas reuniones con un espíritu de
crítica, frío, duro, y carente de amor. Los tales pueden hacer mucho
daño; porque los acompaña la presencia del maligno que los mantie-
ne del lado erróneo. Con cierta frecuencia su actitud insensible hacia
las medidas que están considerando produce perplejidad y demora
las decisiones que debieran tomarse. Los siervos de Dios que necesi-
tan descanso mental y sueño han sido angustiados y recargados por
estos casos. Con la esperanza de llegar a una decisión, continúan sus
reuniones hasta muy avanzada la noche. Pero la vida es demasiado
preciosa para ponerla en peligro de esta manera. Dejad al Señor
llevar la carga. Esperad que él ajuste las dificultades. Dad descanso
al cerebro agobiado. El prolongar las sesiones hasta horas que no
son razonables es destructor para las facultades físicas, mentales y
morales. Si se diese al cerebro los debidos momentos de descanso,