Página 327 - El Ministerio de Publicaciones (1997)

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Promoción de la venta de libros
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Buscad al Señor con sinceridad y con oración humilde y fervorosa
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para pedir sabiduría y éxito en vuestras empresas.—
Testimonies for
the Church 8:76
.
Todos los miembros deben apoyar la obra de publicacio-
nes
—El Señor ha mostrado el error de muchos al esperar que sólo
los que tienen propiedades sostengan la publicación del periódico
y de los folletos. Todos deben desempeñar su parte. Los que tienen
fuerza para trabajar con las manos, y ganan recursos con que ayu-
dar a sostener la causa, son tan responsables por ello como lo son
otros por sus propiedades. Cada hijo de Dios que profesa creer la
verdad presente, debe ser celoso para desempeñar su parte en esta
causa.—
Primeros Escritos, 95
.
Venta de libros en los congresos campestres
—Después de eso
nos encontrábamos en reuniones campestres y con grandes con-
gregaciones en nuestras iglesias donde los ministros presentaban
claramente los peligros de los tiempos en que vivimos, y la gran
importancia de apresurar la circulación de nuestras publicaciones.
En respuesta a estas exhortaciones, los miembros se adelantaron y
compraron numerosos libros. Algunos tomaron unos pocos y otros
adquirieron muchos. La mayor parte pagó por los libros adquiridos.
Unos pocos hicieron arreglos para pagar más tarde.
Siendo que los libros se vendían a bajo precio, algunos a precios
especiales según la ocasión, eran adquiridos en grandes cantidades;
algunos por personas que no eran de nuestra fe. Dijeron: “Estos
libros deben contener mensajes para nosotros. Estas personas están
dispuestas a realizar sacrificios a fin de que podamos tenerlos, de
modo que los adquiriremos para nosotros y nuestros amigos”.
Pero algunos de nuestros miembros se mostraron descontentos.
Uno de ellos dijo: “Hay que detener esto, porque si no se hace,
nuestro negocio se echarará a perder”. Mientras un miembro se
alejaba con una cantidad de libros en sus brazos, un colportor le
puso una mano en el hombro y le dijo: “Hermano, ¿qué hace usted
con tantos libros?” Luego escuché la voz de nuestro Consejero que
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decía: “No se lo prohibáis. Esta es una obra que debe realizarse. El
fin está cerca. Ya se ha perdido mucho tiempo, cuando estos libros
debieran haber estado circulando. Vendedlos en lugares cercanos
y lejanos. Distribuidlos como las hojas del otoño. Esta obra debe
continuar sin la interferencia de nadie. Las almas perecen sin Cristo.